Me alegra saberlo, chicos
Pues vamos allá entonces con mas rollo.
Etapa 7.- Una pequeña incursión por los Alpes franceses del NorteEl propietario del hotel no se había equivocado. Desperté como todos los días a las 7 de la mañana, abrí la ventana y una fina llovizna lo empapaba todo, de modo que me tomé las cosas con mucha tranquilidad, disfruté del desayuno con toda la calma del mundo, baje las fotos al portátil y seleccioné unas cuantas para el foro, y eran casi las 11 de la mañana cuando abandoné el hotel. Había parado de llover y las nubes dejaban alguna licencia a algún tímido rayo de sol que por momentos lograba colarse entre ellas.
La primera foto en el momento de marcharme del hotel La Taiga; un hotel sencillo y agradable regentado por un matrimonio de mediana edad sumamente amables y que tratan de que tu estancia se haga lo más grata posible.
Como no tenía ninguna prisa, me di un largo paseo por el pueblo de Villard de Lans, cuyas calles presentaban este aspecto:
El día parecía mejorar, y ya me pude hacer algunas fotos ruteando por el Vercors.
En la etapa anterior había subido al Vercors por la vertiente Oeste, y ahora iba a hacer el descenso por la vertiente Norte, que da directamente a la ciudad de Grenoble. En la foto siguiente se ve una zona de nubes que cubren un valle, y justamente en el fondo de ese valle está Grenoble, las montañas que se ven al fondo, del otro lado del valle, son el macizo de la Chartreuse.
Una foto de la ciudad de Grenoble, la mayor ciudad francesa de los alpes, tomada en la bajada desde el Vercors ya casi llegando abajo.
En ruta hacia el Norte…
Como el tiempo había mejorado me decidí a hacer una incursión alpina, decantándome por la ruta del Cormet de Roselend. No es un puerto alpino de los más altos –escasamente 2.000 mts- pero el recorrido es agradable y muy pastoral. Inicialmente se asciende por el fondo de un profundo valle que se ve en las siguientes fotos, para comenzar luego una escalada muy vertical a base de paellas.
A mitad de recorrido de subida se llega a un bucólico lugar, con un bonito lago de montaña que preside el paisaje.
Y vaya….justamente en ese momento se agota la batería de la cámara de fotos…..arrrrrrrggggggg!
Menos mal que por allí había un bar alpino en el que pude cargar un poquito la batería mientras me tomaba un “chocolat chaud”.
Solucionado el problema, ahí van algunas fotos:
Sigo subiendo y un poco más arriba la meteo se pone más caprichosa y oigo a lo lejos algún trueno, pero de momento no llueve y aprovecho de la bonita luz del atardecer.
Unos minutos más tarde había coronado el puerto, y la foto”oficial” de rigor…
En lo más alto del Cormet de Roselend había cientos de vacas alpinas que componían una permanente sinfonía de cencerros; yo le llamo siempre la sinfonía alpina dado que es una música que invade estas montañas. En las fotos siguientes podéis ver todos esos puntitos marrones en el fondo del valle, que son las intérpretes de la sinfonía.
Bajando el Cormet de Roselend comenzó a llover, y cada vez con más ganas, cerré capota y me tomé la ruta con tranquilidad dado que todavía me quedaba un buen tramo y tenía que pasar el Col de Saisies para llegar el hotel. La tarde se había puesto muy desapacible y en el parking del hotel tuve que esperar un buen rato dentro del coche porque salir era empaparse en un segundo, pero como nada dura eternamente, finalmente paró de llover y pude salir del coche.
En el parking del hotel había una docena de motos con matrícula suiza. Más tarde sabría que eran moteros que forman parte de un club, y estaban haciendo un tour alpino de varios días.
Dentro del hotel el ambiente era muy acogedor, como también lo era mi habitación.
Tras tomarme una ducha me fui a cenar. Y de momento por hoy nada más. Seguirá….