6ª etapa: desde el Balneario de Panticosa hasta OchagavíaLa etapa comenzaba cargando las maletas en el comentado parquing del Balneario donde alguno que antes de conocer el RSC lavaba sus coches con Mistol
y ahora es un ayatolá del detallado
, se estiraba de los pelos al encontrarse el coche completamente lleno de esas gotas propias de la lluvia de fango que había caído por la noche, o sea, “imposible detallar sin riesgo de rayar”.
Esta era la sorpresa digamos algo negativa. La positiva es que había aparecido un coche más. Nada más y nada menos que el amigo
Arián se había pegado el madrugón para acompañarnos con su “jocker” al que ha dotado de un adimento más, como siempre la mar de discreto
Luego vino el briefing en el hall del hotel de la mano del roadleader, que nos daba los detalles de lo que nos íbamos a encontrar en la jornada. Le faltó la “bola de cristal” para predecir los acontecimientos venideros que condicionaron, a unos más y a otros menos, la 6ª etapa.
El recorrido se inició descendiendo la Garganta del rio Escalar. Un paraje precioso, de buen asfalto, curvas amplias y verde, muy verde, con aquellos túneles artificiales con pilares a un lado que se hacen para proteger la carretera de desprendimientos. No se si por el comentado incidente del Z3 de Markel o por puro despiste, Mariàngels no tomo ni una foto de este precioso descenso.
Antes de entrar en Panticosa paramos unos minutos para reagrupar y finalmente nos dirigimos a una zona comercial de Jaca a hacer los deberes diarios, a saber: gasolina, lanza y comprar el picnic.
De aquí nos encaminamos dirección Candanchú pasando por delante de la suntuosa estación del ferrocarril de Canfranc. Posteriormente entramos en Francia por el
puerto de Somport que nos recibió con una niebla en algunos puntos muuuy espesa.
Justo al mediodía coronamos el puerto e hicimos una parada para comentar la jugada y hacer fotos, alguna de ellas fastidiando el grupo que iba a fotografiar José Luis, pero claro, es que yo no estaba
Después vino el descenso precedidos del grupo de todoterrenos aventureros dotados de tiendas de techo y conectados al canal 4 pero en otro subcanal porque los oíamos pero ellos a nosotros no. La verdad es que la visibilidad no era para correr mucho pero ellos avanzaban más lentos que nuestro ritmo y el que capitaneaba seguro que no nos veía. Finalmente se comunicaron entre ellos y se apartaron amablemente para dejar paso a los deportivos.
A continuación vino el lazo de
Lescun por pistas forestales asfaltadas detrás de Magí, John, Paula y Alexis rezando, sobretodo en los tramos finales, por no encontrarnos ninguna autocaravana de cara. Finalmente atravesamos el pueblo por una ruta un tanto peculiar que me atrevo a especular que no era la más directa
Seguidamente llegaríamos al
área de caravanas de Cette-Eygun, al lado del frontón del pueblo, donde disfrutamos del picnic y nos despedimos de Arián. A la salida y no fue por atajar por la hierba, como dice Luis, que si lo hice. Nada más incorporado a la N-134 y por buscar las gafas de sol, me comí un bordillo blanco que separaba el arcén ¿¿?? y mi vista debió procesar como la línea continua de pintura.
A partir de aquí en la parada para reagrupar en el desvío de la carretera principal, me bajé y comprobé el pellizco en el neumático delantero derecho, pero en principio no comenté nada porque el coche iba bien y no era cuestión de retrasar a nadie del objetivo de la tarde que era la visita a la cueva.
Al llegar al parquing comprobamos la presión con el aparato que llevaba Luis y estaba correcta, pero en la subida en furgoneta a la
Grotte de la Verna ya hice gestiones telefónicas para cambiar los dos neumáticos delanteros en Pamplona al día siguiente.
La visita a la cueva es sencillamente espectacular y no hay foto que consiga reflejar lo que se siente dentro y lo que la guía, que en todo momento fue muy amable, te hace imaginar explicando su descubrimiento y demás acontecimientos a lo largo de su historia como la construcción de una pequeña central hidroeléctrica en su interior o el vuelo de un globo aerostático dentro de su Sala Principal.
Al volver al parquing y comprobar que el neumático delantero seguía bien de presión, el amigo John descubrió que también tenía mordido el trasero, lo que fue un verdadero “jarro de agua fría”. Tampoco perdía pero se dejaba ver un hilo de acero de la armadura del mismo. Volví a llamar al Norauto y el tamaño 265/40 no estaba disponible hasta al cabo de 3 días que con el finde y el puente se convertían en 6
En fin, me quedé el último para no sentirme obligado a mantener ningún ritmo e iniciamos la preciosa ruta hasta Ochagavía que no disfruté lo más mínimo. Seguía al grupo pero abriéndome y apoyando lo menos posible en las curvas a derechas. La única parada fue atravesando la frontera en el
Puerto de Larra-Belagua en que un enorme rebaño de ovejas cornudas nos salió al paso y detuvo la marcha. Estoy seguro que alguno debió pensar: “hoy no salgo de aquí sin una raya”
De aquí, en una hora llegamos a
Ochagavía, donde lo acontecido con las ovejas se repitió con otro “rebaño” de críos recién salidos de practicar danzas populares que alucinaban, sobre todo con los Porches
Además estuvimos atascados allí hasta que los del hotel desmontaron los postes que impedían entrar en el parquing-exposición que nos tenían reservado y que hizo las delicias de algunos de los chavales y supongo que aún más las de David
Mención aparte el
Hotel Silken Puerta de Irati, moderno pero con encanto, habitaciones espaciosas, buen restaurante y mejor menú, servicio muy amable, en fin, muy recomendable para visitar esta medieval villa navarra por la que paseamos un rato después de cenar.
Noies i nois, hasta aquí mi crónica 6 de 6.
P.D.: prometo despedirme del hilo en otro mensaje mucho más corto.