Aunque la gestación de la siguiente modificación no ha sido tan complicada como la anterior, no ha estado exenta de obstáculos.
En un primer momento, pareció fácil, dado que enseguida encontré un proveedor en Alemania que disponía del producto que buscaba. Sin embargo, una vez hablado con él, me di cuenta que la composición no cumplía con mis exigencias.
Por tanto, seguí buscando y encontré una casa en Inglaterra que disponía de una cantidad limitada del material. Les escribí para informarme sobre precios, pero no recibí respuesta alguna.
Finalmente, encontré una empresa ubicada en el pueblo de Johnstown en el estado de Nueva York, que tenía el material que buscaba. Lo más curioso es que el producto era de fabricación alemana.
Para reducir en lo posible el coste de aranceles y transporte, encargué la compra a mi familia americana y me lo trajo mi hijo después de pasar las navidades allí.
Ahora empezaba la segunda parte- encontrar una empresa en Madrid que me lo podía instalar. Visité dos de ellos, obteniendo presupuestos y plazos.
Debido a que es un proceso artesanal y que no hay muchos buenos, estaban los dos a tope de trabajo.
Finalmente, conseguí cita la semana pasada y dejé el Boxster en sus talleres.
Lo recogí el viernes y no puedo estar más contento con el resultado.