Algunos tardamos más en asimilar el torrente de emociones que supone asistir a una de las concentraciones del RSC.
Y ese es mi caso.
Entre tantas buenas experiencias, ¿Cómo elegir lo más destacable?
Una vez reposados los pensamientos, hay una que sobresale por encima de todas las demás.
Y esa es la atención prestada por el equipo maño a cada uno de los detalles:
- Cena de pre ruta en el centro de Zaragoza con comida típica de la zona. (Entiendo que antes, también hubo copas).
- Un tríptico sin igual, que incluye además los nombres de cada uno de los participantes- un verdadero incunable que guardaré con cariño.
- Esa visita a Belchite, con una guía que es hija y nieta de Belchitanos, imprimiendo ese toque de emoción que me hacia estremecer con cada relato.
- La cena “de gala” con menú personalizado y en nuestro propio salón. Y, cómo no, esa sorpresa final del regalo de vino de la tierra.
Y algunos que no han estado preguntarán- Y la ruta, ¿qué? Pues, estaba al mismo alto nivel que el resto de la concentración. Paisajes interesantes, paradas técnicas (disfrazadas de paradas de café) y picnic combinado con visita a pueblo. ¡Una planificación de 10!
Aquí os dejo algunas de mis instantáneas:
Viernes noche SábadoEncuentro Parada Anento Belchite Domingo Enhorabuena y muchas gracias a todo el equipo por tan singular fin de semana. Habéis puesto el listón muy alto.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.