Ayer era el primer domingo de la primavera de 2021 y estrenábamos también la hora de verano, que si de mí dependiese se quedaría ya como definitiva olvidándonos de esos molestos cambios que en cada primavera y cada otoño nos vemos obligados a realizar.
Me levanté temprano pero sin ningún proyecto en la cabeza. La luz del alba comenzaba a ganar terreno pero todavía el sol no asomaba en el horizonte. Me dispuse a preparar el desayuno, que disfruté mientras realizaba una visita a nuestro foro, visionando también algunos vídeos de pruebas y rutas de coches.
Cuando me dispuse a preparar mi segundo café el sol apuntaba ya buenas maneras y algo después me sumergí en mis cotidianas tareas y rutinas caseras, que la verdad es que en el apartamento de 43 m cuadrados en el que vivo no me llevan mucho tiempo; pienso a veces veces que lo mío es una rareza, pues si sumo el espacio de mis dos plazas de garaje al de mi trastero casi alcanza el de mi propia vivienda…
Cuando andaba a golpe de aspiradora eché la vista al horizonte a través de la galería. La mañana lucía realmente preciosa y el azul de la ría aparecía salpicado aquí y allá por pequeños veleros y surfistas tempraneros. Meteo Galicia había anunciado temperaturas que podrían superar los 20 grados en muchos puntos de la Comunidad Autónoma y con ese escenario y ese panorama me dije a mí mismo… ¿te vas a quedar en casa?, como es previsible mi respuesta interior fue un ¡No!
Tres cuartos de hora más tarde y tras la ducha y acicalado de rigor me disponía a bajar al garaje en donde el Boxster me esperaba enfundado. Como casi siempre que salgo “a dar una vuelta” no había proyectado ninguna ruta. Además, como por un compromiso familiar tenía que regresar a mediodía la ruta no podía ser larga.
Finalmente, mi ruta improvisada fue la que salió en el mapa que ahora mismo acabo de hacer y me permito mostraros.

Fueron 135 km de puro placer roadstero en una mañana en la que el termómetro del coche marcaba entre los 19 y los 24 grados, temperatura que seguramente una abultada mayoría de “RSCeros” podríamos considerar perfecta para rutear.
Sólo hice alguna foto con mi móvil, que es de una generación tecnológicamente muy superada -pertenezco a esa clase de usuarios que no lo cambian hasta que rompe-, pero os muestro las que tengo para que este post no sea un “tocho” y tenga al menos alguna ilustración gráfica:




Lo cierto es que las emociones del día no acabaron ahí pues ya por la tarde pensé me apetecía continuar sumergiéndome en la naturaleza aunque de un modo diferente, y también de manera absolutamente improvisada me fui a hacer una subida al Monte Xalo.
Desde la cima hay una vista espléndida, se aprecia gran parte del golfo Ártabro y la ciudad de A Coruña en la lejanía, pero con la caída de la tarde una ligera calima aterciopelaba el paisaje. No había ni un ápice de brisa y se estaba tan bien allí arriba descansando sobre uno de los peñascos que coronan la montaña, que estiré aquel “momento zen” todo lo posible consciente de que no podía correr el riesgo de que me cayese la noche en los senderos por los que debía bajar hasta el lugar en el había dejado mi ya veterano Nissan Juke.


Hice el descenso a toda pastilla con la compañía musical del trino de pájaros que despedían el día y “me regalé” un par de resbalones de alto riesgo dando mil gracias a mis bastones de senderismo que me salvaron de una buena culada. Cuando llegué abajo una preciosa luna llena lucía imponente en el firmamento, miré el reloj y las agujas marcaban las diez menos veinte de la noche. ¡Diossss! en ese momento me di cuenta de que en Galicia el toque de queda es ¡a las 22.00 h! Desconozco si sobrepasé o no en algún momento los límites de velocidad ya que ni miré los relojes del coche, pero si sé que eran las 21:58 h cuando el Juke abocaba a la puerta del garaje.
Ya en casa, pensé que sin duda había sido un buen día para saludar el comienzo de la primavera.