Actividades instaladas:Sábado - Tramo 1:- Nota organizativa:Durante el recorrido se realizará una parada técnica y según vayamos de ritmo y tiempo una parada breve.
La actividad principal es la visita a las ruinas del Monasterio de Santa María de Rioseco, en el cual aprovecharemos para hacer también el picnic de la comida. Para no aglomerarnos en la visita o en picnic, haremos 2 turnos. Cuando se cierren las inscripciones indicaré cuales son los grupos.
- Visita al Monasterio de Santa María de Rioseco:modelo 3D del monasterioEl monasterio, que se encuentra situado al comienzo del valle de Manzanedo (uno de los más pintorescos de la provincia), está en una altura que domina al Ebro, junto a la carretera que asciende hasta San Martín del Rojo. Como viene siendo costumbre en este tipo de construcciones, el entorno en el que está ubicado es un lugar privilegiado. Estuvo habitado durante siglos por “monjes blancos” de la Orden del Císter.
El primer establecimiento fue en Quintanajuar, entre Cernégula y Masa, en 1135. En 1184 se trasladan a San Cipriano Montes de Oca en La Rioja, al ofrecimiento de donaciones por parte de el rey Alfonso VIII, que deseaba pacificar la frontera de Castilla con Navarra, si bien no les terminó de encajar. Por ello en 1204, los monjes se mudan a Rioseco, sin comunicárselo al Capítulo General de la Orden y con el desagrado del rey. Por esta decisión el abad fue destituido. Pero no se ubicaron en su actual localización, puesto que ese terreno era de los Velasco, señores de Medina de Pomar, sino junto a un arroyo que nace en Fuente Humorera y vierte sus aguas en el Ebro
Con la compra del terreno a los Velasco, la disculpa de una inundación que “destruyó” el monasterio primitivo y el beneplácito, esta vez, del Capítulo General, se trasladaron en 1236 definitivamente al que sería su último y definitivo emplazamiento.
En sus mejores momentos Rioseco debió contar aproximadamente con una comunidad de 100 personas, de las que 25 serían monjes y el resto conversos, novicios y criados. En el recinto monástico estaban las dependencias de los monjes y separadas de estas la hospedería -donde se alojaban los viajeros- y el hospital, donde se cuidaba de los enfermos pobres. Asimismo los monjes se ocupaban de los indigentes que acudían al monasterio en busca de limosna, comida o ropa. Fuera del convento se encontraban las familias que trabajaban en las granjas, ventas, molinos, y batanes.
Como venía caracterizándose la orden de los Cistercienses, los monjes de Rioseco crearon una explotación agrícola modélica, imponiendo en el Valle de Manzanedo los cultivos de trigo, viñedos y lino. También introdujeron los frutales en el Valle. Destacó su plan ganadero, de ahí la importancia para los monjes de prados y bosques. Su cabaña ganadera llegó a contar con 2.000 cabezas de ovejas y en el Catastro del Marqués de la Ensenada se recoge que en su coto redondo había 200 carneros, 16 vacas, 70 cabras, 31 chivos y 12 cerdos. La importancia de su plan hidráulico justifica la elección de situar el monasterio junto al río Ebro.
El siglo XIX comenzó mal para el monasterio. Con la guerra de la Independencia los soldados franceses embargaron gran parte de los granos que almacenaban en la Cilla (Granero o Bodega). En 1835 la ley desamortizadora de Mendizábal -que permitía la venta de los bienes monásticos- puso fin al monasterio, siendo su último abad, Julián Barbillo. A partir de la desamortización, la desidia, el olvido y el expolio convirtieron poco a poco al que fue un hermoso monasterio en unas peligrosas ruinas, motivo por el que en la década de los cincuenta los nietos de su comprador donaron las ruinas del cenobio al arzobispado de Burgos, su actual propietario.
Desde el año 2010, se van realizando diferentes actividades que buscan la recuperación del monasterio.
Aunque resulta difícil y complicado realizar una precisa reconstrucción de las etapas constructivas del monasterio de Rioseco, porque ha sufrido constantes remodelaciones, y, sobre todo, por el estado de degradación y ruina en el que se encontraba sumido. No obstante existen tres períodos muy diferenciados:
- Periodo de creación, o cisterciense: hacia el siglo XIII-XIV, al que corresponde la iglesia del monasterio. Existió un claustro y una sala capitular diferentes a las que conocemos hoy en día.
- Etapa Renacentista: del siglo XVI, en el período de florecimiento económico para el monasterio, comienzo de la Sala Capitular y alguna otra dependencia, así como la contratación de la obra del claustro y sus trazas con Juan de Naveda.
- Etapa Barroca: al iniciarse el siglo XVII, prolongándose hasta la centuria siguiente. Es el momento en el que se construye el actual claustro y también algunos otros elementos que vemos distribuidos a lo largo de todo el monasterio y la inmensa mayoría de dependencias del Monasterio a las que se accede desde el final de la panda de la sala capitular, actualmente la zona más arruinada del conjunto monacal.
Sábado - Tramo 2:- Nota organizativa:Durante el recorrido se realizará una parada técnica y según vayamos de ritmo y tiempo una o dos parada breves en puntos de interés del itinerario.
Domingo - Tramo 3:- Nota organizativa:Durante el recorrido se realizará una parada técnica y según vayamos de ritmo y tiempo una parada breve.
La actividad principal es la visita al Desfiladero de la Yecla y los Sabinares del Arlanza. Al tratarse de un recorrido uni-direccional, no será necesario hacer grupos.
- Visita al Desfiladero de la Yecla:Constituye uno de los parajes más atractivos de la provincia de Burgos. Este Parque Natural se encuentra en la vertiente suroeste de la Sierra de la Demanda.
Sus más de 26.000 hectáreas abarcan, además del desfiladero que le da nombre, el Valle medio del Arlanza, las Peñas de Cervera, el Cañón del Mataviejas (por el que llegamos a Santo Domingo de Silos), la Meseta de Carazo, el Monte Gayubar y la Sierra de las Mamblas.
El Arroyo El Cauce, las aguas de este afluente del Mataviejas, han ido horadando durante millones de años una estrecha y profunda garganta, un tajo natural, profundo y estrecho, conocido como Desfiladero de la Yecla. Un rincón soberbio y caprichoso de impresionante belleza natural. Una serie de puentes y pasarelas colgantes permiten recorrer los 600 metros de este angosto y sugerente desfiladero sobre pozas y cascadas, algunos de sus tramos apenas superan los dos metros de ancho. Este relieve rocoso, con grandes cortados calizos prácticamente inaccesibles, ha favorecido el desarrollo de una variada y abundante población de aves rapaces entre las que destaca el buitre leonado, en sus crestas anidan más de 100 parejas. Entre la abundante avifauna podemos avistar el citado buitre leonado, el águila perdicera, el halcón peregrino, gavilán, azor y alimoche. También habitan mamíferos como el lobo, el corzo, el jabalí, el gato montés, la gineta y algunas nutrias.
En estas tierras burgalesas también se encuentra uno de los sabinares más extensos y mejor conservados del planeta. Algunas de las sabinas del Arlanza superan los dos mil años de vida. La sabina albar (Juniperus thurifera), que significa 'productora de incienso', es una especie superviviente de épocas prehistóricas. En esta zona también destacan los bosques de encinas, quejigos y rebollos.