Poco peso, tracción trasera y una estética cuidada casi con auténtico amor maternal. Esta sencilla receta es la responsable de que el Mazda MX-5 sea uno de los poquísimos roadsters generalistas que todavía siguen con vida, pero no podemos ignorar el hecho de que con cada salto generacional, el coqueto descapotable japonés ha ido acumulando unos kilitos, que si bien no son excesivos, empezaban a afear en el catálogo. El refinamiento necesario para mantener su competitividad y retener a una clientela fiel pero al mismo tiempo exigente, han forzado a Mazda a tomar medidas de cara al modelo de 2012, y
el objetivo principal de su ficha técnica ya está claro: un peso de 1.000 kg.Esta cifra, que pondría a la cuarta generación casi a la par del descapotable lanzado en 1989,
seguirá distribuyéndose en una relación 50/50 para mantener su extraordinario comportamiento, imprimido también por los nuevos motores Sky-G de la firma. De esta forma, el MX-5 se convertirá en el primer modelo de la casa en incorporar los nuevos propulsores, refinados con inyección directa, y funciones como Start&Stop y soporte para sistemas de frenada regenerativa. En teoría, le permitirían obtener una mejora media de consumo próxima al 15%. A falta de detalles oficiales, Autocar especula con bloques de 1,6 y 1,8 litros, y la posibilidad de acoplar
un cambio de doble embrague.De su diseño, por cierto, seguimos a oscuras;
Laurens van den Acker dijo en su día que el nuevo MX-5 iba a ser un coche "impactante" y "con pelotas", pero después de marcharse a Renault para perfilar los coches del rombo, los más probable es que Peter Birtwhistle, su sucesor, haya hecho eso de borrón y cuenta nueva. A ver con qué nos sorprende.