Aminado por un socio del Club, me atrevo a relataros una de tantas aventuras que he vivido a lo largo de ya mis largos años de afición con mis clásicos. Todo relato que se precie comienza así…
Hace muchos, muchos años, en una isla situada en el centro del Mediterráneo vivía un joven aficionado a los coches clásicos. En esas fechas el mundo era diferente, no había Internet, tampoco existían los móviles, y mucho menos la aplicación de whatsapps, Por las dimensiones de la isla, y por su enclave, el parque de autos clásicos era más bien escaso, casi inexistente, por lo obligaba a estar al acecho si le informaban o se enteraba de alguna pieza que sobreviviera por alguna cochera, pajar, o cueva.
Ya tenía dos clásicos en su garaje. Uno un clásico del 1959 de la firma bávara que había iniciado su trayectoria como fábrica de motores de avión. Y un coche muy popular, pero él se sentía muy orgulloso de ese coche porque el color y la combinación eran exclusivos.
Este “Piolín” es anterior al de Jotaeme.
El relato continúa…, pasando ya a hablar en primera persona.
Un día, un buen amigo me informó que había estado en su empresa un señor alemán que pasaba los veranos en Menorca, y le había dicho que tenía un coche viejo en su casa de campo. Era el coche de su padre (lo había comprado nuevo) y lo utilizaba solo los veranos. Como sus padres habían fallecido, quería desprenderse del coche. El servicio de información funciono a las mil maravillas, y por la tarde, estaba en el garaje, y me encontré con esto:
Era un Wolkswagen Karman Ghia cabrio del 02/1972. El coche no tenía mala apariencia, aunque tenía bastante de óxido y la capota estaba para cambiar. Total, llegamos a un acuerdo y el coche cambió de garaje. Me ahorro toda la odisea de la restauración, porque duro más de cinco años. Con dificultades grandes para localizar piezas muy concretas, ya que el coche estaba totalmente oxidado, y tuvimos que llegar hasta el punto de chorrear el chasis, y lógicamente por el número de chasis, el coche originalmente no era blanco, ni tampoco verde carruaje que apareció debajo de la pintura blanca, sino que nació de color ROJO BAHIA.
Bueno, hoy felizmente el coche esta restaurado y me ha dado muchas satisfacciones, ya que no regateé ningún esfuerzo para conseguir la excelencia del trabajo. Sé que no es un roadster, pero los ocupantes de las plazas traseras, o bien deben ser niños de muy corta edad, o contorsionistas, porque de lo contrario no hay forma de sentarse.
Éste ha sido el prólogo de lo que voy a contar ahora. De esta forma el lector dispone de toda la información que le trasportará a una de las aventuras (casi, mejor dicho, locura) que vivimos el pasado año.
Así que, la historia continúa…
El mes de agosto del 2017, me enteré de que un grupo de propietarios de este tipo de coche habían organizado la primera concentración nacional en Calaceite (Teruel), y sin pesármelo me apunte. Fue una concentración fantástica, con buen rollo y, como suele pasar siempre, haces amigos. Me llamó mucho la atención porque además de unos cuantos españoles, había franceses, belgas, italianos y alemanes que habían recorrido media Europa para estar ese fin de semana por tierras aragonesas. Aprendí mucho del Karman Ghia, de su historia y de sus cualidades. En ese fin de semana, el grupo español recibimos la invitación para asistir al encuentro europeo que se celebraría en Módena (Italia).
Dicho todo esto, y como algunos me conocen, siempre estoy con las maletas preparadas, así que el 22 de junio del año 2018, después de un leve repaso del coche (bujías, platinos, aceite, correa) a las 7 de la mañana estaba mi Karman en el puerto de Barcelona con el depósito lleno y 1200 Km por delante. Realmente era un “tour de force“ para un coche del 1972.
Me habían explicado el comportamiento del coche en carretera, su buena aerodinámica, y sobre todo lo rutero que podía llegar a ser. Y me informaron y reiteraron hasta la saciedad, que no era un escarabajo bonito. Era un Karman Ghia que era el coche de la gente guapa de finales de los sesenta principios de los setenta.
Tenía claro cuál era el objetivo, sobre todo preservar la mecánica y no llevar al límite a ese cincuentón. Salí por la autopista dirección Girona, y durante los primeros veinte minutos me sorprendió que camiones, autobuses y todo tipo de vehículos me adelantaban. Pasados esos minutos iniciales me acostumbre a las turbulencias que hacen esos vehículos cuando te adelantan. Muchos hacían sonar su claxon, pero mi velocidad seguía moviéndose entre los 95 a 110 Km/h. Si lo contextualizamos en la época del Karman era una muy buena velocidad de crucero para un coche de 1600 c.c. y con 43 CV creo recordar.
Os puedo asegurar que los kilómetros se hacen eternos, y los minutos pasan, las horas también, y voy restando…… porque lo relajado del viaje me permite hacer cálculos mentales. Todavía me faltan cientos de kilómetros…. ¡ufff que largo se hace esto!. El coche y su motor rodaban muy finos, pero el calor a medida que el día avanzaba se hacía más insoportable. Opté por hacer la ruta del norte, porque pensé que estaría menos concurrida, y así fue.
Además, me evitaba los interminables puentes y túneles que discurren paralelos a la costa. Como había desayunado en el ferry, pensé que la mejor opción era hacer el máximo de kilómetros de tirón, siempre y cuando mis necesidades fisiológicas me lo permitieran. Recuerdo que alrededor del mediodía, paré en un área de servicio a repostar (se había bebido un deposito entero sin parar el motor para nada) Después del pipi correspondiente y un agua sucia (allí se le llama café) mire el nivel del aceite. Estaba perfecto y no había consumido nada. Así que contacto y adelante.
Evito comentar las continuas fotos de los usuarios del área de servicio y sus cómplices sonrisas. Arranco de nuevo y sigo el rumbo trazado. El calor era asfixiante pero el VW valiente como él solo, seguía adelante sin quejarse de nada.
Como las rutas por autopista no tienen demasiado qué contar, diré que ya era noche cerrada cuando llegue al punto de encuentro. Era un hotel en un polígono justo al lado de la fábrica de Ferrari. El Karman solito se había tragado casi 1200 Km después de repostar en tres ocasiones. Solo había detenido el motor durante esos momentos. Yo agotado y él tan pancho. El recibimiento fue emotivo porque además de cuatro compatriotas había un sinfín
de italianos, otro tanto de alemanes y unos pocos belgas.
Esto solo había comenzado, porque nos esperaban dos días de rutas por carreteras locales y subidas por carreteras de montaña. Como sabéis, en estos coches con la altitud su potencia se ve reducida y al llevar pocos caballos, en según qué trozos se hacía necesario el uso de la primera marcha.
"Nella Terra delle Rosse", éste era el nombre que se había dado a la Concentración, y el hotel elegido era Hotel Maranello Village ****
Visitamos la excepcional colección de coches de Umberto Panini. Una tienda donde se guardan una variedad de botellas de whisky Antique, algo digno de ver, y la exposición de nuestros coches en Módena, creo que la plaza se llamaba Piazza Roma.
A la mañana siguiente, ruta por zonas montañosas incluyendo carreteras off road, hasta llegar al famoso Jardín Laberinto de Franco María Ricci. Algo también impresionante. Aunque un servidor se queda, además de la relación con todos los participantes que fue muy cordial, con el hotel y con el mundo Ferrari que lo envolvía todo: paneles en las habitaciones, toallas, sábanas, platos del desayuno, cristalería, tiendas de merchandising, etc. Para uno que no es de Ferrari, debo reconocer que me impactó.
Pero todo lo bueno se termina, y al día siguiente, después de una cena de gala, debía volver para España. Pero esta vez mi viaje no era tan épico, ya que embarcaba en Toulon con la naviera Corsica Ferrys, destino Menorca a donde llegaba después de 20 horas de navegación.
El Karman un campeón, ni un solo problema, ni una sola queja, a pesar del calor, a pesar de los kilómetros, a pesar de las rutas de alta montaña, a pesar de las carreteras sin asfaltar, por no quejarse ni se mareo en el ferry.
Desde ese viaje, este coche tiene un lugar privilegiado en mi garaje y goza de todos los mimos y atenciones que se merece.
Finalizo diciendo que ha repetido otra vez. La última ha sido hasta Mentón (Francia), donde se ha celebrado un nuevo encuentro de Karman Ghia europeo.
Os dejo seguidamente algunas fotos que ilustran lo contadoEl grupo de coches participantes
Ahí estoy yo con otros compañeros que participaban en el evento, mi Karman es el rojo de la izquierda.
Siguen ya unas cuantas fotos que recogen algunos momentos de esta concentración.
Y colorín colorado…. termina aquí mi reportaje de esta pequeña aventura que he querido compartir con todos los amigos del Roadster Sport Club, esperando que os haya gustado.