Que pasada de día. Ese fue espectacular. Y el hotel, el mítico Klausenpasshohe increíble. Además la cena fue una de las mas distendidas y agradables (siii, además de la post-cena que tuvimos algunos).
La llegada a la cima, casi de noche y envueltos en la niebla con el hotel emergiendo, fantasmagórico, de ella... Pelos de punta.
Eso sí, la subida del puerto no la pude disfrutar por la combinación noche+niebla (y por tanto tendré que repetir algún día), pero la mañana del día siguiente, en descenso con un manto de nubes bajo nuestros pies... increíble.
Geniales fotos Rafa y Alejandro.