Algunos apuntes sobre la Etapa 17 y su hotel de fin de etapa Con 375 km de recorrido, esta etapa va tener dos partes de interés, y en medio de ambas un tramo de autopista de 163 km entre las cercanías de Avignon y Narbonne.
Con respecto a su primera parte, solo hay que decir que es difícil comenzar mejor la última etapa del Tour que afrontando de nuevo la ruta del Mont Ventoux, pero en sentido contrario al realizado en la tarde de la etapa anterior y con el frescor de la primera hora de la mañana.
Realizaremos pues el ascenso al Mont Ventoux por la vertiente Sur descendiendo después por la Norte, lo que nos ofrecerá una percepción de la ruta diferente a la que hemos tenido en la anterior etapa, tanto desde el punto de vista del trazado como desde la perspectiva paisajística y panorámica.
Ya al pie del Mont Ventoux nos dirigiremos hacia Avignon y cerca de esta ciudad tomaremos el citado tramo de autopista que nos dejará al Sur de Narbonne; a partir de aquí comienza la segunda parte de la etapa con un desarrollo de 150 km a través de la comarca de Las Corbières y el País Cátaro.
En esta parte del recorrido, que realizaremos por la tarde, vamos a rutear por una zona interesante siguiendo pequeñas carreteras con un recorrido en el cual el paisaje se mezcla con aspectos culturales vinculados a la presencia medieval de los cátaros a lo largo de varios siglos.
Podemos ver el trazado de esta parte final de la etapa en los dos mapas siguientes, números 5 y 6 de la misma y en el último de ellos se aprecia la ubicación del hotel de etapa (H17).
El hotel escogido para finalizar esta última etapa es un viejo conocido en los Roadster-Tours, ya que en varios años se pernotó aquí,y las dos últimas veces en los Tours de 2017 y 2018. Se trata de la “
Hostellerie du Grand Duc”, ubicado en la tranquila aldea de Gincla escondida en el fondo de un valle rodeado de exuberante vegetación.
El hotel ocupa una noble y antigua casona, una “Maison de maître”, que en Francia define a una casa con arquitectura de carácter que históricamente fue habitada por personajes notables o pertenecientes a la alta burguesía del lugar, respondiendo su estructura constructiva a las necesidades derivadas del estatus social de su propietario.
La casa, que data del año 1780, cayó en el total abandono en el siglo pasado; Martine y Bruno Bruchet, sus actuales propietarios, enamorados del edificio y de su ubicación lo adquirieron en el año 1978 en un estado muy cercano ya a la ruina. Con energía e ilusión se pusieron manos a la obra y juntos comenzaron un paciente y meticuloso trabajo de recuperación del edificio; unos años más tarde inauguraban una hostelería rural con 12 habitaciones. El hotel ha ido mejorando con pequeñas reformas realizadas a lo largo de los años y sus instalaciones nos ofrecen hoy un confort actual respetuoso con el alma y el carácter del edificio.
El búho que dio el nombre al hotel Tras adquirir Bruno y Martine aquella noble casona, se encontraron con un edificio que, sumido en al abandono durante muchos años, se mostraba desvencijado en varias de sus partes; realizando una de sus primeras exploraciones un día subieron al desván ubicado bajo la techumbre y allí se llevaron un susto mayúsculo al escuchar la honda respiración de algún ser vivo; no tardaron en descubrir que la casona tenía un particular habitante: un enorme búho real -un “Gran Duque”-, la mayor de las rapaces nocturnas con una altura que alcanza hasta los 73 cm y una envergadura alar puede llegar a los 2 metros. Aquel curioso e inolvidable encuentro sirvió para que Martine y Bruno no tuviesen ninguna duda de que «
Grand Duc» -Gran Duque- iba a ser el nombre de su futuro hotel.
Se trata de un hotel de gestión totalmente familiar, en el que la acogida es siempre amable y cercana, y a la hora de sentarnos a la mesa, un elegante comedor, en el que ambiente rústico y clásico se mezclan, sirve de marco para saborear una cocina refinada y creativa con toques regionales.
Y tras esta introducción unas fotos que ilustran un poco mejor este hotel.
A la derecha Bruno y Martine, y a la izquierda su hija Sandrine y su marido Jérémie, la familia que fue capaz de convertir una gran casona en decadencia en el hotel con encanto que hoy es.
El edificio del hotel y su jardín romántico y algunas imágenes del interior.
Como curiosidad, siguen varias fotografías en este hotel correspondientes a cada uno de los Roadster-Tours que pasaron por aquí.
Si queréis visitar la página de este hotel, es ésta:
http://hostelleriedugrandduc.com/Con este comentario finaliza un recorrido en el que a lo largo de los últimos meses hemos realizado una somera descripción de los aspectos de mayor interés de cada etapa del Tour y de los hoteles elegidos para las mismas.