Etapa 7. Mis impresiones con algunas imágenesAbrimos una nueva etapa y como en las anteriores la situamos con su mapa general de desarrollo.
Esta séptima etapa se iniciaba en las altas praderas del Jura francés, cerca del pequeño pueblo de Les Molunes y finalizaba bastante más al Norte, al borde del río Doubs en la orilla francesa, del otro lado del río estaba Suiza. El recorrido de la etapa discurría prácticamente en su totalidad por territorio del Jura francés con una breve incursión en el Jura suizo para hacer una visita al Dent de Vaulion, una de las cumbres emblemáticas del macizo.
De nuevo tengo un número de fotos muy reducido de esta etapa, ojalá otros participantes puedan contribuir con algo más de lo que yo puedo aportar.
La meteo continuaba portándose bien y de nuevo amaneció un buen día estival; eso sí, con bastante fresquito a los 1.200 de altitud en la que nos encontrábamos en el hotel Le Pré Fillet.
Me levanté como de costumbre en torno a las 7 h y tras el aseo y ducha matinal de rigor bajé al parking del hotel, en el que no había nadie, y es que parece que las sábanas se le habían pegado al personal algo más que en noches anteriores. Observé que los coches habían amanecido con una capa de escarcha, señal inequívoca de que por la noche la temperatura había bajado de forma considerable; ésta era la imagen de cómo lucían nuestros queridos roadsters a primera hora de la mañana.
Tras un variado desayuno en el que entre las viandas del buffet no faltaron los buenos quesos del Jura que habíamos degustado en la cena de la noche anterior, siguió la consabida sesión rutómetro, y tras el arreglo de maletas y la liquidación de cuentas con el hotel nos prestábamos ya a emprender la ruta.
La foto siguiente está hecha unos minutos antes de emprender la ruta, vemos en la misma a “cada oveja con su pareja” y en medio del grupo los amables dueños del hotel que quisieron retratarse con nosotros con un viejo 2Cv de su propiedad.
He de decir que la anterior foto tiene su justo valor, pues “me costó” una lesión de rodilla que habría de darme un poco la lata durante el resto del Tour; lo cierto es que la culpa la tuve yo mismo porque la foto está hecha con trípode y disparador automático, y sólo a mí se me ocurre situar mi coche al final del grupo, lo que me supuso tener que dar una carrera a saltos llegar a tiempo de situarme al lado del coche y salir en la foto; en uno de los saltos de la carrera debí pisar mal y la rodilla izquierda hizo un chasquido que tenía toda la pinta de que algo anormal había ocurrido; media hora después, y ya con un dolor que iba en aumento, paré en la primera farmacia que nos encontramos en el recorrido, de la cual, y tras la consiguiente atención farmacéutica prestada por una amable boticaria, salía con una rodillera en la pierna y un bastón en la mano, que desde entonces serían mis fieles compañeros en lo que restaba de Tour, tres Enantyum al día hicieron el resto y pude así continuar el Tour y finalizarlo sin novedad, confirmándose, ya de vuelta a casa en mi visita al traumatólogo, que había hecho una rotura de ligamento interno, lesión que, según me dijo el galeno, se cura prácticamente sola dándole únicamente el tiempo necesario para ello, también me indicó que la rodillera, el bastón y el dexketoprofeno -Enantyum- habían sido un “tratamiento” idóneo; lo cierto es que tras unos primeros días en el Tour con molestias la cosa fue mejorando progresivamente, y hasta hoy.
Algo después de iniciar la ruta estábamos admirando el valle de Saint Claude y la ruta de la garganta de Flumen desde el mirador de la Roche Blanche con estas vistas.
La mañana discurrió ruteando plácidamente a través de los dulces y verdes paisajes del Jura y sólo me empañaba el placer de rutear el pinchazo que sentía en la rodilla izquierda cada vez que pisaba el embrague para cambiar de marcha; recuerdo que aquella mañana me acordé más de una vez del embrague de mantequilla fundida del Nissan Juke -mi coche de diario-, y del embrague hercúleo que en comparación lleva el Boxster; desde luego aquel primer día de lesión hubiera cambiado el embrague del Boxster por el del Juke pagando incluso por ello.
Ya a media mañana llegábamos al mirador de los cuatro lagos, desde que el que en efecto se divisan los pequeños lagos de Narlay, Ilay, petit Maclu y grand Maclu, situados en una zona que por las características de su paisaje se ha definido alguna vez como la pequeña Escocia. Desde el mirador veíamos los cuatro, pero en la foto salen únicamente el Grand Maclu en primer plano y al fondo el de Ilay. Y ahí vemos en la foto a una parte del grupo muy sonriente.
Otra foto en el mismo lugar, pero ya con una vista mejor de dos de los lagos citados.
Continuamos ruteando y llegando la hora de comer entramos en territorio suizo para hacer una visita al Dent de Vaulion, una montaña emblemática de la zona cuya altitud no es muy elevada -1.483 m- pero desde la que se disfruta de soberbias vistas. Lo cierto es que aquella mañana no habíamos hecho provisión de viandas para el pic nic, de modo que decidimos quedar a comer en el
“Chalet du Dent de Vaulion”, situado a unos centenares de metros de la cima, en el lugar donde la carretera asfaltada termina. Está claro que el personal debía estar especialmente animado aquella mañana, porque a algunos se les ocurrió la idea de que, inmersos plenamente en aquel entorno pastoral, no podía hacerse mejor cosa que dar un concierto de cencerros…. y puedo asegurar que vaya si sonaban… afortunadamente, el restaurante no estaba lleno, y al resto de los comensales la idea no les pareció mal porque acogieron la iniciativa con sonrisas y buen gesto.
Como el ambiente del lugar orientaba el menú, éste fue mayoritariamente a base de fondue suiza. Tras comer había que bajar la panzada de queso fundido y no venía mal dar un paseito por el sendero que sube a lo alto del Dent de Vaulión. El esfuerzo mereció la pena porque las vistas eran de campeonato sobre los lagos suizos de Bréné y Joux; las dos fotos siguientes van dedicadas a Miva, que me acompañó en la subida en la que ambos íbamos por detrás del resto del grupo, en la cual la ayuda del bastón, nuevo compañero de fatigas, resultó vital.
Ya por la tarde continuamos ruteando por tierras cercanas a la pequeña ciudad de Pontarlier, siguiendo después por el valle del Doubs y el pequeño desfiladero de Entreroche; mi intención era hacer una vista al salto del Doubs pero el nivel del agua del río era sorprendentemente bajo debido a la ausencia de lluvias en la zona durante la última primavera y comienzo de verano y no merecía la pena hacer la excursión al salto, que requería de una caminata a pie de unos 20 minutos más otros tanto de regreso; así que visto lo visto nos regalamos un refrigerio en el lugar de la foto y ahí tenemos a una parte del grupo con Miva llevando la gestión de tesorería de los gastos comunes del Tour.
Me encanta esta foto por las expresiones de sus protagonistas: Miva con cara de pilla tesorera nos enseña los billetes, David con franca y abierta sonrisa, la mirada de Malena lo dice todo, y Jmaben mirando para otro lado como quien dice que el asunto no va con él…
No quedaban muchos kilómetros para finalizar la etapa, que discurrieron por los frondosos paisajes de la cornisa de Goumois y el valle del Doubs; mi última foto de esta etapa llegando ya al hotel por una pequeña carretera en túnel de vegetación que bordea el río durante varios kilómetros; me sigue Gabi con su Z4 que en ese justo momento sacaba a la vez otra foto.
Poco después aterrizábamos en el hotel en el que nos dormimos con el cercano susurro de las cercanas aguas del río Doubs deslizándose valle abajo.
Continuará…