Etapa 5...o cómo el Vercors será tu próximo destinoEl día amanecía en el Hotel du Nord, y como de costumbre, dormí de un tirón y sin ruidos. Eso solo puede decir que o yo dormía como un tronco, o que mis compañeros de hotel también llegaban cansados por la noche.
En fin, al tajo. Desayuno contundente en el hotel (lo cual veo que es la tónica general en los desayunos del tour), y sesión rutómetro, en donde Jotaeme nos indicaría que lo primerito que haríamos sería desplazarnos a la cercana y pequeña colina Gerbier de Jonc, para subirla trepando aquellos que quisieran.
Yo, que soy una persona previsora, desde que me enteré de ello la noche previa ya había estado trazando un plan: no me levantaré antes para limpiar el coche y una vez a los pies del Gerbier de Jonc me excusaría para subir esgrimiendo que el coche estaba muy sucio y no podía seguir así, que tenía que limpiarlo.
Un plan perfecto, sin fisuras.
Estos locos del detail rápidamente entenderían que así no se puede circular y que estropearía todas las foros en las que saliera mi coche.
Pues al lío, nos plantamos en un momentín en el citado Gerbier de Jonc.
Aquí he de decir que esa colina gana mucho mas en directo. Es una cosa pequeña y compacta, pero de ladera empinada, con una forma perfecta y redondeada. Lo bueno que tiene es que está situado en una zona que es total y absolutamente plana, con lo que destaca mucho mas.
Jotaeme comenzó a reunir como pastor con un rebaño aquellos que subirían, no sin esfuerzo en algunos casos. Mas o menos la mitad de la comitiva.
Esta era la mía: "chicos, si yo subiría pero mirad como tengo el coche, no he podido limpiarlo esta mañana y tengo que hacerlo ahora".
- Voy a escalar yo esa montañita así de buena mañana, ja ja - pensaba para mis adentros.
No contaba yo con que el tour hay muy buen compañerismo... demasiado. Se acercó Lorena a mí y me dijo: pero Jose Luis, como vas a dejar de subir por esa tontería? Mira, cogemos Gema y yo te limpiamos el coche para que puedas subir.
Mierda! el plan tenía una fisura y yo sin plan B.
Antes de querer darme cuenta ya estaba subiendo y veía alejarse a Alejandro (valga la redundancia) mientras se quedaba, ojiplático, insinuando que a limpiar su AMG no lo ayuda ni Lorena ni nadie.
Aquí las tenemos afanadas en dejarlo como la patena.
He de decir que el sitio y la subida no defrauda. Es muy divertido y relativamente sencillo de subir, es algo que hay que hacer si se está por la zona.
Claro, que en las zonas en las que había una cuerda para subir/bajar algunos se desenvolvían mejor que otros.
La verdad es que el sitio, aunque sencillo, tenía momentos no aptos para urbanitas.
Antes muerta que sencilla, que cantaba Melody hace una década...
Conseguido!
La bajada también tenía sus momentos, aquí podéis ver como ciertamente en algunos momentos hay que descolgarse un poquito.
Después de esta primera excursion del día, pronto llegaría la segunda, porque no muy lejos de allí se encontraba la cascada de Ray Pic. Una zona entre arboles que ofrecía unas magníficas vistas a una cascada entre vegetación.
Fotos totales de José Luis = 0. Toma ya. Soy un crack.
Como pasa en estos sitios tan llamativos, la foto grupal es obligada, así que si aún no has leído la crónica de Jotaeme, te emplazo a ello porque allí están estas fotos del grupo.
Y en estas estábamos, que entre pitos y flautas, ya era casi hora de comer. Tarde para los franceses pero algo temprano para nosotros. Así que una paradita en un bar situado justo al lado se alargó para comer allí mismo, y así no tendríamos que parar mas adelante.
No sé por qué pero todo lo que sea comer, siempre tiene la aceptación de todo el mundo.
Recuerdo que después de esto ruteábamos un poco por la zona de Valence y estuvimos un rato por el valle del Ródano, llano y caluroso que tampoco es que tuviera gran cosa. Será que tengo el gusto mas orientado a las altitudes.
Lo bueno es que teníamos como telón de fondo el macizo del Vercors, allá donde subiríamos e iríamos al otro lado. En estas fotos al culo de Alejandro (190SL) se ve perfectamente.
Recuerdo también que esto se acabó en la última parada de la jornada, pues antes de acceder propiamente dicho al macizo del Vercors nos paramos a coger fuerzas. Sólo nos quedaba el último cuarto de recorrido de la etapa y ruterísticamente no había sido de las mas intensas.
Craso error.
Comenzamos el ascenso al macizo del Vercors a traves del col de Rousset, que se trata de una subida, subida, subida. Me lo pasé súper bien subiendo, pero había quien se lo estaba pasando mejor:
Íbamos casi al final del grupo, así que íbamos grabando un poco en vídeo, y queríamos grabar un poco a Angel en marcha de frente, que era el último. Pues nada, a reducir un poco el ritmo que tiene que estar por llegar.
No llegaba, no llegaba...mas despacito...dónde está este chico?...
cuando de repente se acercó a nosotros en su Boxster, con una movida/cámara enganchada en la cabeza, y con una ligereza y suavidad que ni me esperaba nos pasó como una exhalación gris. Había hecho el viejo truco de esperarse atrás y dejar espacio para poder hacer la subida a fuego y disfrutar de las suspensiones nuevas que llevaba.
El paraje era cada vez mejor, carreteras en cornisa, roca, altura, paredes verticales enfrente de ti... una maravilla.
Casi sin quererlo, llegamos a la joya de la corona, uno de estos sitios que ya había visto en recopilaciones de mejores carreteras del mundo, el Combe Laval.
Cortito y lo hicimos despacito pues es algo inimitable, maravilloso. Os lo ilustro con alguna foto, que en este caso vale mas que mil palabras.
Lorena y Gema habían hecho un trabajo fantástico, atención al capó del coche:
Justo una vez acabado combe laval propiamente dicho, una breve parada para admirar la maravilla por la que hemos pasado.
Querido lector, si no eres uno de los miembros del tour y aún no has visitado el vercors, sólo por esto merece la pena el viaje. Móntatelo como puedas, pero tienes que venir.
Esta parte es grandiosa, desde luego, pero hay otra que me gustó más aún. Y es que Jotaeme debió de estimar que íbamos con tiempo sobre la ruta prevista o que el entorno lo merecía, que nos metió a modo de extra la subida (y posterior bajada) a Presles. Presles es un pequeño pueblo en un altiplano cual meseta en lo alto del vercors. Cual es la gracia? pues que para subir hay que hacerlo a través de una pared casi vertical, con partes (mini túneles) muy muy parecidos a los de combe laval.
Cero circulación, angosta carretera y con la tranquilidad de ir en un convoy de coches que hace que no entres con miedo en las curvas que hay.
Esta ruta es una maravilla, y me hizo buscarla a posteriori en la cronología de google maps de mi móvil para tenerla ubicada.
Ávido lector, a estas alturas tendrías que estar mirando el calendario para buscar un par de días de escapada a esta parte de Francia. Sólo tienes que ver la cara que teníamos:
Desde aquí nos podríamos ir al hotel a descansar a través de 20 km de autovía que seguiría llegando con cara de sonrisa tonta.
Iluso de mí, aún quedaba la última parte, con la confluencia de que ya es en una hora tardía para el francés medio, que ya está cenando, y nos deja las carreteras vacías para nosotros.
Nos quedaba por hacer la parte de la garganta de la Bourne. Esto es un precioso valle con sendas laderas verticales a sus lados. Hasta aquí vale, ya conocerás varias.
Pero lo que hace especial a esta es que según vas avanzando por ella subiendo y subiendo, las paredes se van cerrando a tu paso, sin mas salida que continuar subiendo por el desfiladero, luego garganta, que se sigue cerrando, hasta que justo al final la garganta te escupe fuera. Si no fuera porque la carretera sigue, no dudarías en pensar que esto es un callejón sin salida.
En este último tramo de la etapa, durante el Combe Laval, subida a Presles y garganta de la Bourne, en varios momentos sufrí incipientes ataques del síndrome de Stendhal y tu, querido lector, ya tendrías que estar repostando tu coche para salir de camino.
Ya solo nos quedó llegar al hotel de etapa, el Croix Perrin, justo al atardecer. Las luces del exterior ya estaban encendidas, quedando claro que éramos los únicos habitantes en kilómetros a la redonda.
La verdad es que la cena de este hotel estuvo súperbien. Nada de reponer fuerzas con una pechuga de pollo.
El afterhous team (Sole, Marcos, Abelardo, las dos Gemas y yo) nos quedamos a rematar la faena con una copita y a descansar. Ah, no, espera, en esta ocasión Abelardo ya se había ido a dar una ducha, de esas que ya no te mueves de la habitación.
El descanso, unos mejor que otros, pues alguna habitación olía raruno, pero ya lo comentaremos en la siguiente etapa.
Ah, y cierro con una foto a un mapa tridimensional del Vercors que tenían en el vestíbulo del hotel. Ahí se veía perfectamente las subidas y ruta que habíamos hecho y que estuve repasando con Jotaeme.
Si tienes interés, querido lector, en enterarte de qué pasó con los olores en las habitaciones, y si los afectados se tuvieron que venir a nuestra habitación a hacer una cama redonda, tendrás que esperar a la siguiente crónica.
Stay tuned!