Etapa 4. Mis impresiones con algunas imágenesComo de costumbre, echamos un vistazo al recorrido general de la Etapa 4, en la que de nuevo nos fuimos a las alturas atravesando ahora de Sur a Norte el macizo de las Cévennes; ascendimos primero a la cima del Mont Aigoual a 1.567 m de altitud, más tarde ruteamos unos kilómetros siguiendo el valle del Tarn, y de nuevo tomamos altitud subiendo al Mont Lozère a 1.541 m de altitud. En la última parte de la etapa, entrado ya en la zona del Parque Natural de los Montes de Ardèche, las pequeñas carreteras entre espesos bosques fueron una constante, finalizando el recorrido en el pueblo de Ste. Eulalie a 1.200 m de altitud.
Las fotos que yo tengo de esta etapa apenas permiten ilustrar unos pequeños retazos de lo que en realidad fue. Lo cierto es que una vez más me dediqué a conducir y a disfrutar y la cámara de fotos permaneció en el olvido casi absoluto durante la mayor parte del día
.
Como comentamos en la etapa anterior, habíamos pasado la noche en un hotel que era un viejo conocido pues el Tour RSC 2012 había recalado allí. Estábamos al pie del reborde Sur del macizo de las Cévennes y la previsión meteo para la jornada anunciaba nubes y claros con temperaturas agradables o incluso frescas en altitud.
Aquella noche había compartido habitación con Jmaben, y nuestra habitación, al igual que las del resto de los participantes, se situaba en un edificio que antaño alojaba las caballerizas del hotel y se emplazaba frente a la especie de torreón fortificado que acogía las instalaciones centrales.
Nuestra jornada tourera comenzó con la ya clásica rutina matinal de detallado de los roadsters a la que en este Tour pocos hacían novillos, aunque tengo la percepción de que grado de pasión y dedicación a la tarea no era del todo uniforme
; las chicas raramente andaban en estas faenas y su ocupación en las primeras horas de la mañana se dedicaba generalmente a otro tipo de actividades.
El caso es que un poco más tarde ya andábamos desayunando... unos en el interior…
…y otros en el exterior, y además buscándose compañía alternativa…
Tras el aporte calórico necesario para emprender la “dura jornada” que teníamos por delante, dedicamos un rato a la consabida sesión rutómetro -tradición tourera obliga-, que nunca viene mal para que el personal no se limite a seguir al coche que lleva delante y sepa un poco por donde vamos a andar a lo largo del día, y desde luego me consta que no faltaban en el grupo quienes seguían los mapas al milímetro sabiendo en todo momento el punto exacto en el que nos encontramos a lo largo de cada etapa
. El caso es que ahí tenemos a una parte del grupo con el Mivi’s Team, el Abarth Team y Andrew.
Y al otro lado, nuestras guapísimas y siempre sonrientes Lorena y Gema, copilotas de 190SL y Ozelui respectivamente.
Y aquí otro par -que no pareja, quede claro- también sonrientes, aunque lo de guapísimos ya no lo veo yo en este caso tan claro…
Y cuando ya íbamos a iniciar la ruta, Andrew nos saluda con su noble sonrisa de buena persona
; estaba contento, era su segundo evento del Club y su primer Tour, se había integrado a la perfección y además parece que se lo estaba pasando bien.
En efecto, ¡nos vamos! y ahí estamos formando ya la caravana en la finca del hotel en el momento de salir, al fondo vemos el viejo edificio principal del
Domaine de Blancardy.
Iniciamos pues la etapa, y tras hacer una parada en el pueblo de Le Vigan para hacer gasolina y provisión picnic, nos adentramos en el macizo de las Cévennes ascendiendo por la divertida ruta del Col du Minier; curvas, rampas, bosques y por momentos vistas lejanas; estábamos ya en la parte alta de la ascensión cuando hicimos una parada, no recuerdo muy bien por qué motivo, quizá fuese fisiológico, pero el caso es que esta vez al menos me acordé de sacar la cámara y ésta es la foto que salió.
Y allí estábamos descansando un rato y metidos en amigable conversación, cuando comenzamos a escuchar un sonido rugiente que ganaba intensidad presagiando que algún ejemplar interesante subía tras nosotros; en efecto, un momento después pasaban tres deportivos y lo cierto es que me extrañó ver capotado el Boxster que cerraba el grupo ya que el entorno invitaba a rodar a cielo abierto. El caso es que, como si fueran auténticas vedettes, todo el mundo se precipitó a sacar rápidamente el móvil del bolsillo para inmortalizar el momento.
Algo después alcanzábamos la cima del Mont Aigoual y ahí estamos, falta en el grupo el AMG de 190SL que no sé donde había aparcado, al fondo se aprecia la parte Sur del macizo de las Cévennes que está lleno de pequeñas y bonitas carreteras para roadstear.
En la cima del Mont Aigoual hay un edificio emblemático que acoge uno de los observatorios meteorológicos más antiguos de Francia y allí mismo se ha instalado hace unos años un interesante museo-exposición sobre la meteorología. Se puede subir a la parte superior del edificio que culmina con una especie de torreta y en lo alto hay una mesa de orientación desde la que se domina el paisaje en un radio de 360º. En los fríos días de invierno de atmósfera cristalina desde ese lugar se pueden divisar a la vez las cumbres de los Pirineos y los Alpes; no era el caso de este día aunque tampoco nos podíamos quejar de la meteo, aunque hay que decir que una fresca brisa del Norte alejaba toda tentación de las mangas cortas y quien más y quien menos se había abrigado convenientemente.
Parte de los coches vistos desde arriba, incluido el naranjito perteneciente al trío que un poco antes había pasado a nuestro lado.
Me permito ahora una anécdota al margen, pues aquel momento me trajo inmediatamente a la mente otro parecido que allí vivimos la primera vez que yo visité el Mont Aigoual en roadster; en la foto siguiente, tomada en el mismo lugar, nos remontamos nueve años atrás y estamos en agosto de 2009, el primer roadster del grupo es mi recordado blanquito y detrás del mismo vemos a Ángel con el Z4 que entonces tenía y con el que vivió no pocas aventuras; nueve años después, la misma bendita ilusión y pasión por los viajes en roadster por fortuna se mantenía viva.
Regresamos al Tour 2018 y tras un entretenido café-tertulia en la terraza de la cafetería del edificio del observatorio del Mont Aigoual regresamos a la ruta, viniendo a continuación el entretenido y curveado descenso hacia el valle del Tarn, una bajada potente en la que se descienden 1.000 mts de altitud en muy pocos kilómetros pero que nos pasó volando…
Ya abajo, llegando al pueblo de Florac, me asaltó la tentación de hacer un “extra” que suponía alargar la ruta en unos 40 km subiendo al Causse Méjean -una alta y solitaria meseta- por una pequeña carretera de fuerte pendiente, lo que nos permitiría más tarde descender el Causse por su lado Norte bajando así a la garganta del Tarn… y como las tentaciones están para caer en ellas, allá nos fuimos…
Lamento no haber hecho ni una sola foto en todo este recorrido ni tampoco en lo que vino después, picnic incluido, pero una vez más mi olvido de la cámara fue absoluto y sólo pensé en conducir y vivir el momento, seguramente porque me lo estaba pasando muy bien.
Ya en sesión de sobremesa comenzamos el ascenso a las alturas del Mont Lozère y por allí arriba nos quedamos en la terraza del “Chalet du Mont Lozère” a disfrutar de una relajante pausa-café. Una foto con parte del grupo para recordar el momento cuando ya abandonábamos el lugar para seguir la ruta de la etapa.
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Continuamos el recorrido, descendiendo ahora hacia el valle del Altier y el lago de Villefort siguiendo carreteras secundarias con apenas circulación, y algo más tarde hacíamos una parada para dar un paseo de unos 10 minutos a pie hasta un mirador sobre la garganta de Chazessac; unas fotos recuerdo del momento en aquella apacible tarde de pleno agosto en la que ¿quién dijo calor?
La siguiente foto, de paseo regresando ya desde el mirador a los coches con Jmaben, Ángel, Miva, 190SL y Andrew, con fondo de escena de la torre fortificada del pueblo de La Garde Guérin que desde las alturas domina la garganta de Chazessac.
Algunos de los tramos que siguieron después fueron muy del gusto quienes amamos los paisajes solitarios, en los que las pequeñas carreteras se adentran en bosques de un verdor insultante con túneles de vegetación en los que la luz apenas logra atravesar la espesura; conservo un grato recuerdo de estos momentos vividos en las últimas hora de la tarde en los que, ya cerca al hotel de fin de etapa, atravesamos un par de veces un río Loira recién nacido.
Llegamos al hotel du Nord con las últimas luces del día, era un pequeño hotel que habíamos descubierto en el Tour 2017 y que nos había dejado un grato recuerdo y buenas sensaciones, que esta vez se acrecentaron si acaso por dos circunstancias, una esperada y otra no; y es que es sabíamos que Gabi se incorporaba al Tour llegando al hotel en aquella noche, con ello pues contábamos, pero lo que para nada preveíamos es que allí estuviesen ya a nuestra llegada David y su chica Malena, con quienes no contábamos hasta la mañana siguiente pero habían decidido adelantar su llegada. Grata noticia pues, con la alegría de la incorporación de tres nuevos amigos al equipo del Tour.
Mi ultima foto de la etapa en la cena, con Gabi, David y Malena ya en el grupo; lástima que Marcos atareado con el móvil y Jmaben “durmiéndose” en primer plano nos hayan “estropeado” la foto
, pero bueno, se les perdona…
El cansancio de una etapa que no había sido corta hacía mella y algo después ya estábamos todos rendidos en brazos de Morfeo.
Continuará…