Pues seguimos adelante en el hilo y abrimos ya una nueva etapa: la cuarta.
Extracto de la Etapa 4Éste era el mapa general de la cuarta etapa del Tour (el recorrido aparece marcado en trazo naranja), que se iniciaba en tierras de la comarca del Quercy para entrar después en la región del Limousin, territorio de bosques y praderas, remontando el valle del río Dordogne.
Tras las dos últimas jornadas de calor que habíamos tenido, la cuarta jornada del Tour se anunciaba con temperaturas algo más clementes; la ola de calor comenzaba a retirarse, lo que ya notaríamos especialmente a partir de la tarde. Y otro día más el pronóstico no falló: agradable en las primeras horas de la mañana, algo de calor -aunque menos- a mediodía, y una tarde ya muy agradable.
El plan de la jornada tenía una particularidad, pues comenzaba con una visita de un par de horas a Rocamadour, un pueblo del Quercy con pasado histórico-religioso que es centro de peregrinación desde el Medievo y pasa por ser uno de los lugares más visitados de Francia. Nuestro hotel de etapa, “Les vieilles Tours”, estaba a dos pasos del pueblo así que la visita resultaba obligada.
Y aquí estamos en sesión desayuno con muchas ganas de comenzar la andadura de esta nueva etapa.
El pueblo de Rocamadour aparece materialmente colgado de un acantilado y hay dos opciones para visitarlo: para los más deportistas hacerlo caminando por rampas en pendiente y escaleras -unos veinte minutos de descenso a paso rápido, y algo más la ruta de retorno ascendente a la plataforma superior del acantilado en donde habíamos dejado los coches- y como alternativa el empleo de un pequeño funicular combinado con un ascensor que facilitan la excursión a quienes quieran tomársela de una forma más tranquila y menos “sport”. Las opciones estaban ahí y los integrantes del grupo empleamos ambas según apetencia y condición física. Lo cierto es que la excursión hecha a pie era bastante más gratificante para los sentidos por el disfrute de las vistas y el recorrido siguiendo un bonito sendero con vía crucis incluido.
Siguen unas fotos sacadas en la zona de los santuarios de Rocamadour, situada a media altura del acantilado.
Sole e Isabel en el interior del santuario de la “Virgen Negra”, representada por una estatuilla románica esculpida en madera, que tiene gran valor histórico y artístico y vemos en la parte superior de la imagen.
Varios santuarios se descuelgan por el acantilado, al fondo vemos a Juan e Isabel.
Y tirando de zoom nos acercamos al
"VarelaTeam".
En la parte baja del acantilado y al fondo del valle se ubican las casas del pueblo de Rocamadour, que en realidad se extienden a lo largo de una única calle.
La excursión peatonal a Rocamadour fue en general del agrado de todos por la sorpresa de descubrir un pueblo distinto a lo habitual y con una fuerte personalidad, ubicado además en un bonito paraje.
La mañana estaba ya bastante avanzada cuando partimos de Rocamadour, pero con 217 kms la etapa no era excesivamente larga de modo que deberíamos “digerirla” sin mayor problema, como así fue.
La siguiente imagen ruteando ya por el Quercy en una parada junto a la pintoresca aldea de Belcastel, que se sitúa sobre un acantilado aunque en la imagen apenas se aprecia.
Vemos mucho mejor la silueta de Belcastel en la siguiente foto.
La placa del Tour luciendo en el SLK de 190SL con Belcastel como fondo de escenario.
Continuamos ruta y la siguiente foto en otra parada más adelante al borde del río Dordogne.
Y la ruta prosiguió a través de agradables paisajes, deteniéndonos algo más tarde en el pueblo de Martel, en el que, además de dar un paseo por su pintoresco casco antiguo, hicimos nuestra compra de provisión para el picnic que algo más tarde tendría lugar en un área recreativa al borde del río.
La foto siguiente paseando por Martel: Marcos, Lorena, Alejandro, Javi, Isabel, Ángel y Gema; el resto del personal anda desperdigado por las calles del pueblo.
Hubo coincidencia general en que uno de tramos de conducción más bonitos y agradables de esta etapa, y de todo lo que hasta entonces llevábamos de Tour, tuvo lugar por la tarde siguiendo las carreteras que discurren por territorio del Limousin remontando el valle de la Dordogne; recuerdo que cuando en el lugar de la foto siguiente nos bajamos de los coches la sonrisa asomaba en las caras de todos…
”pero que tramo más chulo…” “me lo he pasado como un enano…” “que gozada de carretera…”; allí nos detuvimos a descansar un rato en la terraza de un pequeño bar, en realidad el único lugar para tomar un refrigerio que encontramos en muchos kilómetros de recorrido por aquellas apartadas y solitarias carreteras. Recuerdo que compartimos aquella terraza al borde del río con otra mesa en la que estaban un grupo de lugareños que se mostraron sorprendidos por la presencia de aquel grupo de bonitos roadsters, intercambiando impresiones con alguno de ellos.
Remontando el alto valle de la Dordogne se suceden varios embalses, uno de ellos es el de L'Aigle en el que hicimos otra parada en ruta.
El río Dordogne valle abajo visto desde el dique de contención del embalse de L'Aigle; por ese valle habíamos llegado hasta aquí y nuestro recorrido continuaba luego río arriba. Como puede adivinarse por la imagen, las carreteras de toda esta zona son pequeñas y roadsteras.
Ángel y su elegante Boxster al borde del embalse.
Y nuestra ruta continuó río arriba por pequeñas y solitarias carreteras -de ésas que casi cuesta encontrar en los mapas- como la que se ve en las dos fotos siguientes.
Una parte de los coches aparcados al borde de la carretera y bajo la arboleda para asomarnos a un mirador próximo.
En realidad acabábamos de hacer una parada ya que teníamos al lado el mirador de la Gratte Bruyère, en el que ahora estamos en la foto siguiente con fondo panorámico del valle de la Dordogne. Los calores de las dos jornadas anteriores habían dado paso a una tarde muy agradable.
Quedaban ya muy pocos kilómetros para llegar al final de la etapa, que tenía como destino el “Château de Mialaret”, un hotel con encanto ubicado en un hermoso lugar del Limousin.
En esta última foto de mi reportaje estamos la totalidad del grupo sentados a la mesa y a punto de comenzar lo que fue una agradable cena, como en realidad lo fueron todas las cenas del Tour.
Y hasta aquí mis impresiones de esta cuarta etapa, que, como ha sucedido con las etapas anteriores, va a complementarse seguro estupendamente con las aportaciones de otros compañeros.