Mis impresiones de la Etapa 6El recorrido de esta sexta etapa tenía varios alicientes: con el fresquito de la primera hora de la mañana íbamos a realizar la ruta de las gargantas del Tarn (les gorges du Tarn), muy conocida en el país galo; yo la descubrí hace ya muchos años ruteando en moto; en aquel verano viajaba solo y en un camping conocí a dos moteros franceses con los que hice amistad, se nos unió otro motero alemán, y los cuatro decidimos hacer ruta juntos en los siguientes días; fueron aquellos dos chavales franceses los que nos llevaron por aquella ruta del Tarn que a mí me había encantado; años después tuve ocasión de volverla a hacer en roadster, de modo que cada tramo me traía a la mente viejos recuerdos.
Otro aliciente de la etapa lo constituyó la impresionante gruta del Aven Armand -una de las curiosidades naturales más importantes de Francia-, en realidad una pequeña sorpresa que me reservaba ya que no estaba inicialmente incluida en el rutómetro; venía más tarde la ascensión al segunda altitud del macizo de las Cévennes: el Mont Aigoual (1.657 mts.), y ya en el último tramo de la etapa, en la caída de la tarde, íbamos a hacer la cornisa de las Cevènnes, una carretera con 50 kms de descenso dulce y continuado en los que se salvan 900 mts. de desnivel con un continuo vaivén de curvas a derecha e izquierda en medio de un espléndido paisaje de media montaña, una carretera para disfrutar a pleno pulmón de las sensaciones de rutear en roadster.
La jornada se presentaba pues atractiva y el día lucía tan espléndido como los anteriores que habíamos tenido
Tras el desayuno para tomar fuerzas y el vistazo al rutómetro de la etapa, pusimos rumbo a la aventura y a los pocos minutos ya andábamos metidos de lleno en la ruta de las gargantas del Tarn. Ahí va una primera foto.
No tardamos mucho en llegar al “Point Sublime”, un punto panorámico al que se asciende en 11 kilómetros desde la carretera que discurre por el fondo de la garganta; ahí arriba hicimos una parada-café, disfrutamos de las vistas, algunos se hicieron con una moneda conmemorativa, charlamos, paseamos y disfrutamos del momento. Una foto sacada en el cafetín que hay allí arriba.
Por cierto, que en el siguiente mapa pueden verse señalados algunos puntos de interés de esta etapa, el Point Sublime en el que ahora estamos, y el Aven Armand, del que luego hablaremos.
En la foto Miguelvet y Zcuatro. El río Tarn y la carretera discurren al fondo.
Y seguimos ruteando por la garganta, la foto siguiente está tomada en el circo de St. Chély llegando al pintoresco pueblo de St. Chély du Tarn en el que hicimos parada y paseo.
Y continuamos ruteando por la garganta en aquella mañana soberbia.
Dejamos más tarde la garganta para ascender a las alturas de la “Causse Méjean” una meseta situada a mil metros de altitud, que atravesamos para llegar al “Aven Armand”, una gruta que en realidad no es una gruta al uso, sino una gigantesca cavidad esférica bajo tierra –dentro de la misma cabe holgadamente la catedral de Nôtre Dame de Paris- cuya única comunicación con el mundo exterior es un agujero circular de unos pocos metros de diámetro situado en la parte superior de la esfera.
El Aven Armand fue descubierto en 1897. Hasta entonces, los lugareños tenían pavor a acercarse a un agujero existente en la superficie de la meseta que se tragaba todo animal o persona que tuviese la desgracia de caer en el mismo para nunca más aparecer. Hoy en día, se accede al Aven Armand no a través de su agujero superior, sino a través de un funicular en cremallera que accede en diagonal desde la superficie a un lateral de pared de la gran esfera.
El interior del Aven Armand es de una riqueza visual extraordinaria con un impresionante bosque de estalagmitas de todo tipo de formas y tamaños, formadas gota a gota en millones de años a partir de las filtraciones de la meseta situada sobre esta enorme cavidad.
Podemos comprender mejor lo anterior visualizando este pequeño vídeo en el que a su comienzo se ve bien el agujero que comunica el Aven Armand con el mundo exterior.
Pues bien, ahí estamos descendiendo en el funicular que nos llevaría al interior de la cavidad.
Y ya varias fotos en el interior que hablan por si solas, aunque no permiten, ni de lejos, imaginar ese gran escenario que recorrimos a pie a lo largo de una hora de visita.
Tras visitar al Aven Armand emprendimos al ruta hacia el Mont Aigoual, del que nos separaba algo menos de una hora de divertida ruta de montaña.
Ya arriba, picnic con vistas, y ya con las ansias hambrunas calmadas, unos se divierten mientras otros se toman la siesta.
El amigo Juan Varela sacó de su “silla mágica” y tan contento
Y tan mágica…. porque la siesta parece que fue profunda…
Y en efecto algunos no se lo pasaban mal… ahí está ZCuatro con su harén…
Y ya metidos en ambiente Gema que no se queda atrás…
¿Un paseíto hasta la torre del observatorio del Mont Aigoual?, ¡pues allá vamos! Y ahí andamos arriba del todo; las vistas panorámicas sobre una parte del macizo de las Cévennes son estupendas y el día ayudaba.
Nuevo tramo de ruta comenzando ya a disfrutar por la cornisa de las Cévennes ¡pero cómo me gusta esa carretera…! y paradita en un viejo café a media bajada; decididamente esta etapa nos estaba saliendo muy relajada…
Una bonita foto de Marian.
Y otra bonita foto de Miguelvet, aunque no tanto…
Isabel luciendo look roadstero con blanco roadster de fondo de escena
Y estas dos siempre bromeando…
Retomamos la ruta en su última parte, que para mí fue estupenda, y lo siento porque me concentré en la conducción y no tengo fotos de esos tramos, y con una preciosa puesta de sol llegamos a nuestro hotel de fin de etapa.
El día terminaba con cena y entrañable brindis, que como vimos en el vídeo de Juan Varela ofreció en esta ocasión el amigo Zcuatro
Y tras la cena, nos repartimos las habitaciones del viejo hotel rural, ubicado en medio de la nada, en el que estábamos instalados. El cielo estrellado de aquella noche hacía previsible que al día siguiente nos esperaba otra espléndida jornada estival.
Continuará…