Como dice Juan, la octava, de ambiente muy provenzal, fue vivida con toda intensidad por parte de todos
Y ahí van...
Mis impresiones de la Etapa 8.El día amaneció de nuevo espléndido, y es que vaya suerte que estábamos teniendo en este viaje con la meteo!.
Como estaba siendo una constate fuimos los más madrugadores del hotel -¡que poco cuesta saltar de la cama cuando se trata de pasarlo bien!- y casi con las primeras luces del alba ya andábamos algunos por el parking dándole a la bayeta para intentar que las monturas lucieran
como dios manda.
La siguiente foto podría ser un acertijo con tres maníacos bayeta en mano y habría de buscarse donde están y quienes son…
Una horita más tarde y tras desayunar vino la sesión, casi sagrada, de estudio de la etapa del día
De común acuerdo entre todos habíamos decidido realizar como aperitivo de la etapa una nueva subida al Mont Ventoux, esta vez por su cara contraria a la que el día anterior habíamos ascendido, por tanto la cara Sur. La verdad es que el aperitivo no fue tal, sino que incluyó primer plato, comida y casi postre dado que nos pasamos en el Mont Ventoux una gran parte de la mañana, lo que motivó que en sesión de tarde hubiéramos de meter impulso a la ruta para llegar al hotel a una hora prudente. Pero al fin y al cabo se trataba de un viaje para pasarlo bien y no sometido a estrictos horarios de trabajo, y doy fe de que la decisión fue de lo más acertada porque las horas que pasamos en el Ventoux son de grato recuerdo, como se adivina por las fotos siguientes.
Ya en lo alto, tras unos 45 minutos después de iniciar la etapa. Habíamos realizado el ascenso compartiendo carretera con una prueba ciclista abierta y multitudinaria, con lo que el tráfico de bicicletas era intensísimo y en algún momento dificultaba casi la circulación, pero ya llegados arriba, ¡el placer era total! con una maravillosa mañana de verano y una visibilidad excepcional.
Y ahí estamos ya!
En las dos fotos siguientes el grupo al completo con los 10 participantes en el viaje. Comentar que la mayoría habíamos adquirido el día anterior polos del
Mont Ventoux en la tienda-quiosco de recuerdos instalada en la cumbre, y naturalmente
"nos pusimos guapos" estrenando los polos, de modo que íbamos muy bien conjuntados…
Anna, Isabel y Marian posando con el “Zcanya”.
En realidad no llevo la cuenta del tiempo que estuvimos arriba, porque cuando uno está en su salsa suele desconectarse del reloj y además el tiempo suele pasar a velocidad de vértigo; el caso es que ya bien entrada la mañana iniciamos el descenso, con una más que obligada parada descanso-café en el “Chalet Reynard” un bar restaurante emplazado en la carretera de acceso al Ventoux por la vertiente Sur a mitad del recorrido, mítico ya que es punto de recalada de excursionistas, moteros, ciclistas, coches deportivos, y naturalmente roadsters, como no!
Y ahí andamos, en la primera foto el Chalet Reynard con el coche de Juan aparcado en primera fila.
Una parte del grupo en buen ambiente.
El relax con el que nos estábamos tomando esta etapa se elevaba al cubo, nadie tenía ninguna prisa por marchar del Chalet Reynard y es que la verdad es que se estaba de perlas… y hasta nos permitimos hacer fotos artísticas como ésta…
O como esta otra, para dejar testimonio claro del lugar en el que estábamos, reflejado en el polo de Anna.
Y mientras tanto el Alpina nos vigilaba desde la barrera.
¡Pero estos que bien se lo pasan! El CanyaTeam (Javier y Anna) acompañado de Zcuatro
Lo cierto es que el relax llegaba a extremos mayúsculos ya que el personal comenzó a hacer gansadas…. En fin, sin comentarios…
Algo más tarde y cuando íbamos a marchar ya del Chalet Reynard nos llevamos una pequeña sorpresa, y es que uno de los responsables del lugar es un español residente en Francia desde hace muchos años ya. Tras charlar un buen rato con él y enterarnos de cosas interesantes sobre el Ventoux y las muchas excursiones, viajes como el que nosotros hacíamos, o pruebas deportivas que allí se celebran cada año, nos despedimos no sin antes hacernos una foto junto a este personaje -Juan es su nombre- . En las paredes del Chalet Reynard luce ya desde aquel día la placa de nuestro Tour, en la que escribimos nuestra dedicatoria personal a Juan.
La foto testimonia el momento.
Y ¡venga ya! de nuevo a la ruta. El primer pueblo a la bajada del Ventoux es Sault, que huele a lavanda por todos sus poros, por todos sus rincones…; la imagen atravesando este pueblo provenzal.
La siguiente imagen, ya algo más adelante ruteando por el “Plateau d’Albion”, una meseta de altitud media de 900 mts. Al fondo de la imagen de retrovisor vemos el Mont Ventoux con su capota blanca en altitud. A lo lejos parece una montaña banal”, pero es de cerca, y sobre todo cuando se sube a la cima, cuando causa impresión y nos muestra su potencia y lo que en realidad es
Otra imagen en ruta llegando al pueblo de Simiane la Rotonde en plena Alta Provenza, pueblo que tiene una curiosa fortaleza circular que vemos al fondo en la imagen. En Simiane nos dimos un paseíto por sus atractivas callejuelas antiguas.
Paseando por el pueblo y frente a una de las iglesias de Simiane la Rotonde.
Ya metidos practicamente en “hora española” de comer, y como con tanto Mont Ventoux no habíamos podido hacer provisiones para el picnic, encontramos una terracita en el viejo pueblo de Banon, en el que nos deleitamos con una sabrosa comida en ambiente provenzal. Un par de fotos del momento, con Juan e Isabel, y
Javier y Anna, respectivamente.
Y tras la comida y la tertulia que la acompañó en sesión de sobremesa, teníamos todavía un largo tramo de ruta y había que ganar el tiempo “perdido” en el Ventoux, continuamos atravesando tierras de Provenza a través del Plateau de Valensole lleno de pequeñas aldeas con destilerías locales de lavanda, para llegar en los últimos kilómetros del día al corazón del Gran Cañón del Verdon, que disfrutaríamos a pleno pulmón en la mañana del día siguiente.
Una última foto de la etapa, alcanzando el lago de St. Croix a última hora de la tarde, y muy próximo ya al pueblo en el que haríamos noche, La Palaud sur Verdon, situado en un entorno de media montaña a 930 mts. de altitud.
Continuará…