Con algo de retraso debido a problemas informaticos, allí va mi relato de la Etapa 3:
Advertencia: Dado el tiempo que ha transcurrido desde el Tour, los detalles se pierden y es muy posible que las fotos no estén en estricto orden cronológico.
Una de las primeras cosa que hacemos cada día es llenar los depósitos. En Italia, algo tan sencillo se convierte en una odisea- por su aspecto, las gasolineras parecen abandonadas y ninguna tiene empleados. Además no admiten las tarjetas de crédito españolas y no hay ninguna con gasolina de 98. ¡Sorprendente en un país que produce algunos de los modelos más potentes del mundo! Así que nos tocaba introducir billetes.
Esa mañana, no repostamos en Italia, sino en Suiza, donde todo es más fácil y luego hicimos una parada al lado del lago para reagruparnos.
Había unos tramos muy bonitos por el trazado de la carretera y por el paisaje.
Y algún cartel sorprendente:
Antes de llegar al Grimselpass, mi camara pilló a algunos haciendose un selfie:
Paramos para comer en un pueblo pintoresco de no más de 8 casas, situado en un lugar bucólico con rio, cataratas y hasta algún figurante despistado.
Costaba aparcar, pero encontramos rincones de lo más interesantes.
Fuimos en busca del Puerto de San Gottardo, donde el tiempo empezaba a empeorarse. De hecho, en la bajada, impresionante por los adoquines, había tramos con niebla. Lo que sorprendía es la cantidad de ciclistas (suizos, me supongo) que pasaban sus vacaciones de verano de esta manera.
El "mal tiempo" no nos dejaría en todo el día y perdimos las vistas del Sustenpass aunque disfrutamos de las curvas.
El cartel confirma que vamos en la buena dirección:
Ahora bien, para mi, lo más espectacular fue llegar al Furkapass, con sus vistas al Glaciar del Ródano y a su nacimiento y las marmotas que pululan por allí. Algunos nos adentramos en la gruta que hay por debajo del glaciar para llegar al bar de hielo, con sus barriles de vino, pero no había servicio aquel día.
Otros se dedicaron a jugar con las marmotas………………
Después de pasar por el Oberalpass con su faro y bajo una fina lluvia, llegamos finalmente a nuestro hotel, La Cruna, en Sedrun, Suiza. Otra vez, me tocó una habitación en las alturas, pero al menos, había ascensor.
La cena fue un menú, muy bien presentado y acompañado por un vino excelente. Algunos se empeñaron en sacarse fotos con la camarera que, por cierto, tenía como lengua materna, el Romanche, no el alemán. Era simpática y pudimos convencerla para que nos ofreciese unos chupitos de un licor de la zona.
Después de cenar, dimos un paseo por el pueblo, donde no se veía un alma por la calle y donde todos los bares estaban cerrados. Solo encontramos unos gatos nocturnos…….