Información Cultural En nuestro recorrido por la Etapa 1, particularmente en la aldea de Piornedo, y también al comienzo de la etapa 2 en la aldea de O Cebreiro, vamos a ver varios ejemplares de las denominadas
“pallozas”.
Para los que quieran saber algo más, ahí va una
información de interés para comprender mejor lo que vamos a ver.
Las
pallozas, viviendas de origen pre-romano características de Los Ancares, presentan una perfecta adaptación a las ancestrales y duras condiciones de la vida en la montaña.
Su estructura generalmente circular sin esquinas, sus gruesos muros de piedra y su cubierta de paja de centeno dispuesta sobre un armazón de madera garantizaba un excelente aislamiento contra el frío y los fuertes vientos. En su interior, la posición de la lareira o fogón, y el calor del ganado que convivía materialmente con la familia ocupando una parte de palloza, garantizaban unas condiciones térmicas idóneas ante la rudeza del clima.
La palloza tiene en su interior dos partes diferenciadas: el
ástrago, especio destinado a las personas, y la
estravariza o cuadra del ganado.
En el
ástrago está la
lareira, donde se disponía el fuego para calentar la palloza y cocinar; es aquí donde se juntaba la familia, se comía y se hacían los distintos trabajos: preparar alimentos, hilar el lino y la lana, se reparaban los zuecos y las herramientas… Sobre la
lareira y en lo alto se situaba un armazón de tablas –el
canizo- en la que se ubicaban las castañas, los quesos o las carnes de la matanza para ahumarlos y protegerlos de los roedores. A veces, cerca de la lareira podía haber un horno y algún pequeño establo destinado a ganado menor o crías del mismo más necesitadas de calor.
En el
ástrago se situaba además la alcoba, el único espacio privado y cuarto cerrado de la vivienda, que correspondía al matrimonio de más edad de la casa.
En la
estravariza, además de las cuadras del ganado, se guardaban el carro y las herramientas de la labranza, y generalmente contaba con un piso intermedio, la
barra, en la que se almacenaba la hierba para alimentar el ganado en la temporada invernal y las cosechas, y que era también usada para dormir aprovechando el calor generado por los animales.
El modelo productivo de estas tierras de la alta montaña gallega era el de una economía de susbistencia. La labranza aparecía condicionada por la pobreza de los suelos, en los que se cultivaba el centeno (el cereal por excelencia más apropiado para las rudas condiciones climáticas y de los suelos), las habas, y las castañas, alimento este último de gran importancia, lo que explica la presencia de soutos (bosques de castaños) en el paisaje.
El núcleo de la “sociedad ancaresa” era la familia, generalmente extensa y formada por varias generaciones y encabezada por el matrimonio de más edad, titular del patrimonio. Lo habitual era que el hijo primogénito heredara la palloza y su patrimonio para evitar la división de los bienes, aunque esto dificultaba la situación del resto de los hermanos, que quedaban a cargo del primogénito.
La montaña ancaresa refleja, mediante este testimonio de su historia, la austeridad y dureza de las condiciones de vida de sus habitantes.
Como curiosidad,
puede hacerse una visita virtual a una de las pallozas del conjunto etnográfico de O Cebreiro mediante el siguiente enlace:
A la hora por la que nosotros pasaremos por O Cebreiro, a primera hora de la mañana, no estará abierta esa palloza-musealizada, de ahí que los que quieran acceder a las imágenes puedan hacerlo con el visualizador del enlace mediante el que virtualmente se recorren los distintos espacios a los que antes hemos aludido
http://museos.xunta.es/sites/default/files/visitas-virtuales/nid_101/index.html