Jo! pues las anécdotas suelen ser la salsa de una conversación. Cuando se da una charla, clase etc precisamente se introducen anécdotas para mantener la atención del público.
Yo los mejores profesores que he tenido precisamente eran los que tenían la capacidad de introducir alguna anécdota en el peñazo de la asignatura.
Bueno.... como me lo pides voy a contar una anécdota del domingo pasado,
pero lo diré bajito para que no se entere nadie porque me da un poco de corte…
Como salió un buen día otoñal, me fui a dar una vuelta por una zona de la comarca de las Mariñas, con un circuito por Betanzos, Aranga, bordeando el río Mandeo, Cambas, la Castellana… por pequeñas carreteras rurales (alguno de estas latitudes seguramente concocerá la zona); el caso es que acabé saliendo finalmente a la antigua N-VI ya a última hora de la tarde, pero todavía con luz de día, para poner rumbo de retorno directo a casa.
En el recorrido por la NVI tenía que bajar por la conocida (por estos lares)
“cuesta de la sal” , un tramo de varios kilómetros de curvas enlazadas en pendiente, con trazado realmente bonito y por la que se baja desde una meseta a unos 500 mts de altitud hasta casi el nivel del mar. Hay ahí una curva en medio de la bajada con un área de descanso en la que todos los fines de semana se dan cita muchos moteros para charlar de la afición, y ver subir y bajar motos y coches (en mis tiempos de moto yo frecuentaba ese sitio también y era parada obligada en mis excursiones de finde cuando discurrían por allí
).
El caso es cuando me acercaba a la bajada me dije que pese a que ya era bastante tarde, seguramente habría como siempre gente en el sitio de marras….
Inicio el descenso y según voy bajando afronto una curva ciega a derechas tras la que viene un tramo de unos 200 metros, al final del cual se sitúa la famosa curva a izquierdas.
Tal y como suponía, salgo de la curva anterior y ya veo al fondo a lo lejos un grupo de unos treinta o cuarenta moteros, me aproximo, reduzco a tercera para tomar la famosa curva a izquierdas...
y a medida que me voy acercando observo que la gente empieza a moverse como si hubiera un pequeño tumulto, y el personal empieza a alzar descaradamente las manos y saludar. Al pasar por la curva saludo yo también alzando la mano por encima del parabrisas y doy un pelín de gas escuchando tras mis orejas el suave roncar de la aceleración del flat6 que se mezcla con un eeeeeahhhhhhhh!!!!! de la chavalada que allí había.
Un segundo después me eché a reír como un tonto, con una sensación en la que se mezclaba la sorpresa, la gracia y un poco de vergüenza también….
.
¡Mira que no he pasado veces por allí con
Blanquito en iguales circunstancias!….pero nunca me pasó semejante cosa…
Es una anécdota, pero ya he tenido algunas otras parecidas.
Por cierto, como curiosidad, y aderezando el comentario aprovecho para colgar tres fotos que hice en esa ruta con el móvil