Lograr una armonía estética con una reforma que se sitúe en medio del camino entre lo convencional y lo exagerado o extremo no siempre resulta fácil, y en ese caso el propietario del coche, en mi opinión se pasado de la raya del medio y se ha ido a una exageración ya carente de sentido práctico porque ese coche no es apto para rodar por las carreteras públicas con los agujeros y badenes de todo tipo que nos encontramos en ellas, no es apto para entrar en cualquier parking en rampa, etc. etc.; pero si es apto para exhibirlo en una vitirina y mirar para él.
Pero bueno, supongo que su propietario habrá conseguido su particular "objeto" de culto según sus gustos, y si está contento con el resultado pues estupendo, pero a mí me parece caer en la extrema exageración que roza ya lo antiestético.