La mala cabeza del panadero amputado
Hace 5 años perdió su brazo en una panadería y recibió por él 130.000
El boliviano, que los ha despilfarrado en lujos y fiestas, nos cuenta su otra ruina
Franns Rilles Melgar Vargas cuando presumía de su BMW. ÁLBUM FAMILIAR
MARTÍN MUCHA Actualizado: 23/02/2014 00:48 horas
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Un hombre de pelo rizado, sin brazo, espatarrado, en su cama. Mostrando su muñón vendado. Franns Rilles Melgar Vargas era el portrait de una realidad inmisericorde, retrato vivido de la explotación laboral a los inmigrantes sin papeles ya que sus jefes, los Veneno, al ver que, tras un incidente en la panificadora donde trabajaba, había quedado manco, lo abandonaron a 200 metros del hospital, desangrándose. Antes, habían lanzado su brazo a un contenedor, a la basura.
Solidaridad, telediarios, columnas, condena unánime a los bárbaros, regularización, políticos oportunistas... En mayo se cumplen cinco años de la mutilación y esta semana ha salido la sentencia. Un breve en periódicos regionales. Pero Crónica no le ha olvidado... ¿Qué fue de Franns? Tragedia, esplendor y tragedia. O, mejor explicado, pasó de recuperarse de sus heridas a la bonanza de cobrar 130.000 euros de indemnización a, de nuevo, la nada. Tras llegar a gastar 14.000 euros al mes, incluido alguna larga celebración de 6.000 euros, reside en una habitación por la que paga 150 euros al mes. Y para colmo le estafaron...
Pasa el verano de 2009. Franns recibe el alta médica tras 140 días. Con la melancolía escondida tras sus ojos abandona el Hospital La Fe de Valencia. Toda la parafernalia vivida tras su accidente ha desaparecido. Sólo el cónsul de Bolivia le espera en la puerta. Tenía que afrontar una vida sin apenas familiares en España, la que no imaginaba cuando dejó el Altiplano para instalarse en España. Ya no había sueldo de 700 euros para mantenerse, estaba quebrado. Y había dejado cabos sueltos en su biografía.
Un par de amores irresolutos, una que tenía pareja y Reyna, su gran cariño. Ella, la segunda, le cuida hasta finales de año, cuando él recibió los primeros euros de pensión. Le resuena en su cabeza que el doctor Cavadas, cirujano de trasplantes imposibles, le dijera que no pudo recolocarle su extremidad porque aparte de las heridas, de su brazo haber estado contaminado, no ayudó su exceso de azúcar. Diabetes inoportuna. Desde entonces, siente que su brazo está ahí pero no está. Miembro fantasma.
El dinero llega en abril de 2012. La aseguradora de Juan, Javier y Raúl Rovira, sus empleadores en el pasado, a los que apodaban los Veneno, «unos ratas de cuidado» según sus vecinos de polígono, le deposita en su cuenta 130.000 euros de compensación. Acepta para no alargar más el proceso judicial que se avizoraba de años y firma el acuerdo. Paupérrimo para lo que podrían haberle dado en EEUU, donde -como mínimo- multiplicaría por 10 esa compensación. Pero eran 1.000 veces el salario básico en su país natal y por encima del segundo premio de la Lotería de Navidad [125.000 ]. No recibe asesoría ninguna. Los amigos y parientes comienzan a aparecer de la nada. Primer pago, a su abogado: 10.000. Le quedan 120.000 euros.
-¿Recibe algo más ?
-Una pensión [vitalicia] de 1.076 euros, descontadas las retenciones.
Abril de 2012. Hay una máxima de Platón que se aplica a lo que hace después Franns: «La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos». Se acumulan los gastos. Viajes, botellas descorchadas, dos coches: un BMW adaptado para su condición para conducir en Gandía, un Toyota todoterreno en Bolivia, unos 30.000 euros entre ambos. Sus tíos Pedro y Martina le piden 5.000 y 2.000 euros, respectivamente. No les hace firmar ningún papel. Quedan de recuerdo las fotos en su móvil de ese libertinaje. Billetes de 500 euros alineados. «Paj salir de esta crisis... jajajaja», escribe. «Tiene la fabrica en casa», le responden. Saldo: 78.000 euros.
-¿Cuánto gastaste?
-No lo sé -responde. Está en un bar en su pueblo.
-¿Qué te compraste?
-Una casita en Bolivia.
-¿Y en España también?
-No.
-¿Dónde vives ahora?
-En una habitación por la que pago 150 euros al mes.
Primavera de 2012. Cuatro meses después. Franns vuelve de un largo viaje por Bolivia. Pone la cartilla del banco a actualizar. El sonido de la impresora no se detiene. La libreta vacía va acumulando gastos y gastos. Se llena una entera de cifras. Otra más. Sigue. Las páginas van pasando automáticamente. Tras minutos, compasión. Al fin es consciente de la cuenta de su desmesura.
-¿Gastaste mucho en fiestas?
-Fueron 6.000 euros, pasó en mi viaje a Bolivia.
-¿Mucho singani [aguardiente típico boliviano]?
-Mis invitados bebieron mucha cerveza. Pague bandas de música...
-¿Cuánto quedaba?
-Poco.
-¿Eso eran...?
-Exactamente, 43.000 euros. Era 6 de octubre de 2012. Lo recuerdo.
-¿Sabes que has gastado casi 14.000 euros al mes de media [unos 460 euros al día]?
-Todo está invertido...
El 16 de febrero de 2013 celebra. Es uno de los días más importantes de su vida. Se casa con Reyna Cristina Taborga Rojas, su pareja en la fatalidad del hospital y en la abundancia. Aún queda dinero y la fiesta resulta generosa. A ella le regala un Nissan Micra. Saldo estimado tras los fastos, menos de 20.000 euros.
Esta semana. Franns va al juicio. Con el acuerdo al que llegó en 2012, referente a la reparación civil, a él sólo le queda por saber si los Veneno irán a la cárcel. Condena: 23 meses de cárcel más cinco meses y 29 días de multa [siete euros diarios, 1.253 en total]. Libres. Y Franns Rilles Melgar Vargas, quien asegura ya no tener un céntimo en su cuenta, vuelve a su habitación. Ella, Reyna, vive en Bilbao, para conseguir más dinero. Él tuvo que malvender su BMWhace cuatro meses...
-Al menos tiene la pensión...
-No alcanza.
Paga lo que cuesta su cuarto y gasta 30 euros al día en el bar. Con ese ritmo, le quedan unos 26 euros.
-¿En qué más gastaste? [Largo silencio, hace memoria].
-En muñequitos del Real Madrid, 600 euros [no sabe dónde están], una vaquita en Bolivia para mi futuro hijo, prendas de Dolce & Gabanna, gafas Ray-Ban... Me olvidaba, móviles. Un Samsung Galaxy y un Sony Xperia Z, cada uno 600 euros.
-¿Una vaca?
-Para que beba leche fresca.
Prepara un viaje de retorno a Bolivia. Y en ese viaje por su memoria, no atina a rememorar otros gastos. Se lamenta de los 7.000 euros que no le quieren devolver sus parientes.
-¿Y el resto? ¿En qué más gastó?
-El dinero está dando vueltas. Circulando... Como debe ser.