MigYecla, a mí me importa todo, y como bien ha mencionado Mave, no me limito a únicamente las demás especies. Ocurre que estos, al no tener ni voz ni voto en un planeta regido por la injusta ley del más fuerte impuesta por los humanos, son los más desaventajados y por los que mi compasión es tan alta.
Pero ya que en el debate aparecen los niños explotados, os recomiendo esta lectura, pues da pie a una buena reflexión, relacionada de una forma mucho más directa de la que pensamos sobre nuestros hábitos alimentícios.
Ahí va.
Cada día mueren de hambre entre 6000 hasta 43.000 niños, mientras aproximadamente el 40 % de la pesca mundial, el 50% de la cosecha de cereales a nivel mundial y cerca del 90 % de la cosecha mundial de soja se utiliza para dar de comer a los “animales útiles” de la industria cárnica y láctea!
El 80 % de los niños que sufren hambre viven en países que producen excedentes de alimentos, pero los niños siguen hambrientos y mueren de inanición porque el excedente de cereales se da a comer a los animales o es exportado. La utilización de alimentos vegetales para la producción de alimentos de procedencia animal dudosamente sanos representa un absurdo, un escándalo y un despilfarro superlativo: para producir un solo kilo de carne se necesitan, según la especie animal, ¡hasta 16 kg de alimento vegetal y 10-20 toneladas (10.000 – 20.000) de litros de agua!
Del Tercer Mundo se exportan a las naciones industrializadas alimentos vegetales para los animales dedicados a la “ganadería útil”, aunque niños y adultos sufren y mueren de hambre en estos estados pobres. Seguro que conoces la famosa frase: “los animales de los ricos se comen el pan de los pobres”. Por ejemplo, la hambruna de 1984 en Etiopía no se debió a que la agricultura local no produjera alimentos, sino a que estos alimentos fueron exportados a Europa para alimentar a los “animales útiles”. Durante la crisis del hambre, que costó la vida a decenas de miles de personas, los estados europeos importaron cereales de Etiopía para alimentar a sus gallinas, cerdos y vacas. Si se hubieran empleado los cereales para alimentar a los etíopes en su propio país, no hubiera habido hambruna. En Guatemala están desnutridos un 75 % de los niños menores de 5 años. Sin embargo, se siguen produciendo anualmente más de 17.000 toneladas de carne para exportarla a EE.UU. Para cebar a estos animales se necesitan cantidades gigantescas de cereales y soja que no pueden estar a disposición de los niños desnutridos. En vez de alimentar a los que pasan hambre en el mundo, les quitamos el alimento para cebar a los maltratados “animales útiles” y así satisfacer nuestra adicción a la carne, los huevos y la leche.