Pues todavía queda un poquito de viaje, que no se ha acabado
Etapa 17.- Col de la Machine – Amelie les BainsEra el sábado 31 de agosto e íbamos a inicar la última etapa “oficial” del Tour.
Es curioso porque el Tour estaba acabando pero la llegada de Homecanya (Javier) y Anna la noche anterior había sido para todos como un nuevo golpe de ilusión y todos abordamos esta etapa 17 con un empujón de optimismo y con la misma intensidad y ganas de disfrutarla que si fuese la primera etapa del Tour. El día había además amanecido precioso y el pronóstico meteo no podía ser mejor: sol y temperaturas veraniegas suaves y confortables para rutear.
Yo me levanté muy contento y con ganas de iniciar esta etapa, cuyo itinerario en realidad se había cambiado en gran parte, con una replanificación realizada en la tarde-noche anterior, en la que decidimos incluir un rodeo para hacer la ruta del mítico Mont Ventoux, en lo que quiso ser un pequeño gesto de agradecimiento a nuestros amigos por su esfuerzo en estar de nuevo con el grupo para finalizar el Tour. Bueno, en realidad , gesto del que nos beneficiamos todos, pues nos dimos el placer de rutear de nuevo por el Ventoux, lo que siempre es una agradable experiencia.
Y ahí estamos desayunando en el hotel; caras de ilusión y todo el mundo encantado.
Un rato después en el momento de salir del hotel, que como puede verse estaba situado justamente en el col de la Machine.
Nuestros amigos Javier y Anna, nuevamente incorporados al Tour.
La ruta no empezó mal, ya que bajamos por el desfiladero de Combe Laval y las gargantas de la Bourne que habíamos hecho al final de la etapa anterior; solo que ahora con una perspectiva y luz diferentes.
Haciendo la ruta de Combe Laval coincidimos con este bonito pepino, con cuyos propietarios estuvimos charlando un ratito y nos hicimos una foto.
Ahí les vemos cuando se alejaban por la cornisa cuando su coche pasaba por una de las galerías.
Como habíamos decidido cambiar la ruta de esta etapa y el nuevo itinerario no venía en el rutómetro, paramos en el pueblo de St. Jean en Royans en donde varios participantes se pillaron el mapa regional Michelín de La Drôme que es la región en la que ahora estábamos, para poder seguir la ruta sobre el mapa.
Y de nuevo en ruta, esta vez por las gargantas de la Bourne
Tony y Miguel en una parada, contentos y sonrientes.
Un poco después vino una parada-café en un pequeño pueblo del Vercors. La verdad es que la mañana estaba preciosa y tengo un bonito recuerdo de esos momentos del Tour.
Quizá el recuerdo es especialmente vivo porque estábamos disfrutando del café al lado de un viejo lavadero y ni cortos ni perezosos nos dio por emprender una sesión de limpieza múltiple de bayetas acompañada de las risas y jocosidad general…las fotos lo dicen todo. ¡qué buenos momentos y que grato y sano ambiente!
Fijaros….fijaros en la especial técnica de Ángel...
Yo me estaba descojonando de la risa…
El caso es que las bayetas quedaron en perfecto estado de revista.
Por cierto, es obvio que yo no soy el autor de las fotos anteriores, las hicieron las chicas con mi máquina, y a la vista está que saben utilizar la cámara con arte.
Y tras la sesión de lavandería, una bonita foto de pareja.
De nuevo a la ruta y llegamos al col de Rousset, en donde sacamos unas fotos.
Y allí mismo, en el col de Rousset, nos topamos con este simpático “artefacto”.
Un rato más tarde sesión de aperitivo en el pueblo de Die y caras de felicidad como a lo largo de toda la etapa, y en realidad de todo el Tour. ¿y es que, acaso hubo algún día malo?
Se nota que hemos regresado a Francia ya que han regresado los “Perrier” a las mesas… No se lo que pasa, que cuando vienes de Alemania o de Suiza, regresas a Francia y es como regresar a un ambiente más “dulce y acogedor” que nos resulta ya familiar….Ángel comentaba esta sensación de que tras varios días en tierras de habla germánica, volver a La France es como regresar a casa…
El reloj de la iglesia del pueblo marca las dos de la tarde y estamos de aperitivo…¿a que hora nos haremos el picnic y donde? , ni idea… Dios dirá…¡viva la libertad!
Pues el picnic se hizo hora y media después en un lugar perdido en las montañas de La Drôme en un alto situado en una carretera por la que no pasaba ni un coche…. Foto de Miguel en sesión de mini siesta post-picnic.
Tony había pillado un colorcillo de buena salud tras 17 días ruteando al aire libre de la mañana a la noche.
Javier “Homecanya” y Anna que se lo estaban pasando bien; al menos creo que les había merecido la pena el palizón de subirse desde Barcelona para integrarse de nuevo al Tour y vivir con el resto del grupo los últimos momentos del mismo.
Como esta etapa improvisada discurrió en gran parte por pequeñas –muy pequeñas- carreteras rurales, hubimos de hacer gasolina en un pueblo en el que la gasolinera era como de mediados del siglo pasado. Yo comentaba con mis colegas que el momento me recordaba a las fotos que salen en los catálogos de bmw de sus motos trail cuando te sacan la foto con la que quieren inspirarte el espíritu de aventura y sale la típica imagen de un grupo de motos repostando en una vieja gasolinera de un pueblo perdido…..pues esto, igualito.
Tony en mi Zeta, que tampoco le sienta mal.
Las dos chicas del grupo en esta etapa del Tour.
Y en ruta hacia el Ventoux pasamos por el pueblo de Montbrun les Bains, viejo conocido de los “transalpinos” del 2012.
Y llegamos a la base del Ventoux y tras una ascensión realmente bonita por su vertiente Este, alcanzamos la cumbre y nos bajamos del coche con una gran sonrisa en los labios. El volver a lo alto de esta montaña nos producía la sensación de reencontrarnos con un viejo amigo, aunque no era el caso de Javier y Anna, para quienes la experiencia era nueva.
¡Misión cumplida! Estamos en la cumbre. Hay montañas más altas, pero hay pocas rutas de ascenso tan chulas como ésta.
Comenzamos el descenso pero nos quedamos no lejos de la cumbre a disfrutar de la bonita luz de aquella tarde en la terraza panorámica de un pequeño hotel. Yo sabía que pronto se haría noche….que nos quedaban muuuuuchos kilómetros hasta el hotel de etapa, pero estaba tranquilo por dos razones: la primera es que el hotel en el que haríamos noche no tenía restaurante y al fin y al cabo podíamos montarnos una cena con nuestro material picnic sobrante, y la segunda es que los kilómetros que restaban de la etapa eran casi todos por autopista. En realidad me no me importaba demasiado en ese momento la hora de llegada, porque, lo confieso, pensaba que cuando estabamos en un momento “con magia” como éste había que aprovecharlo al máximo y disfrutar en el Ventoux de las últimas horas de aquella tarde de verano cuando el Tour estaba llegando ya a su fin.
Algunas fotos de este bonito momento con la luz del atardecer cerca ya de la puesta de sol.
Allí estuvimos un buen rato charlando, comentando mil vivencias y anéctodas…pensé en aquel momento que ojalá la etapa pudiera finalizar allí y quedarnos a pernoctar en aquel pequeño hotel disfrutando de aquella noche en el Ventoux, en la que sin duda el cielo estrellado estaría espectacular….pero había que partir. De modo que tiramos hacia Avignon, a donde llegamos ya entrada la noche…y a partir de allí autopista y manta hasta Amelie les Bains, pueblo situado cerca ya de la frontera española, a donde llegamos pasadas las 23:30 horas. Montamos nuestra cena picnic improvisada –espíritu de aventura manda y somos personal de buen conformar- y a dormir!
En teoría aquí se acababa el Tour…pero resulta que hubo una Etapa 18 “de regalo”, de la cual hay también un pequeño testimonio gráfico que pondremos más adelante.