Como dicen en Maserati, con el Ghibli se abre un nuevo capítulo en la historia de la compañía. Hasta la fecha, la gama del constructor italiano estaba muy limitada y se reducía a los deportivos GranTurismo y GranCabrio, ambos realizados sobre la misma base, más una tercera berlina grande de lujo, el Quattroporte. Esa oferta apenas les permitía cubrir una reducida parcela del mercado mundial, pero la llegada del Ghibli ahora y la del todoterreno Levante el próximo año despejarán el camino a la deseada expansión de la marca del tridente.
El Ghibli está un escalón por debajo del Quattroporte, un coche con una líneas muy similares a éste último y que tiene, además, una arquitectura común, incluyendo chasis, suspensiones y algunos de los motores empleados. Eso sí, mide 29,1 centímetros menos, su distancia entre ejes se ha recortado 173 milímetros y el peso en las versiones equivalentes disminuye en torno a los 50 kilos. Esto se traduce en una agilidad superior y, por tanto, mayor deportividad, pero lo más importante es que su precio también estará bastante por debajo y permitirá captar a un numeroso grupo de nuevos clientes, para quienes el modelo estrella es inalcanzable. Es más, las variantes de acceso a la gama podrán entrar en las alternativas de coches de empresa que muchas firmas ofrecen a sus ejecutivos.
El primer diésel de Maserati
La otra gran novedad que llega junto a este producto es la introducción de un motor diésel, un hecho inédito en la trayectoria de este fabricante de deportivos que, como ha ocurrido anteriormente con alguno de sus rivales, se ha rendido a las leyes del mercado y ha optado por incorporar un tipo de mecánica que sigue teniendo una gran aceptación, principalmente en Europa.
Maserati ha hecho un gran esfuerzo en la puesta a punto de su nueva mecánica de gasóleo, que toma como base un propulsor V6 del Grupo Fiat, pero muy mejorado en todos los aspectos. El ingeniero Paolo Martinelli, que trabajó durante 20 años en Ferrari y fue el responsable de motores en el equipo de Fórmula 1 hasta 2006, ha sido el encargado de supervisar los trabajos sobre este motor, con unos resultados satisfactorios.
En primer lugar, existía una obsesión por el tema del sonido. Los propulsores de Maserati siempre se han caracterizado por emitir unas «notas» muy especiales y no podían permitirse lanzar un diésel que rompiera por completo esa tradición. Para ello han afinado todo lo posible la acústica, a base de colocar dos actuadores en el escape que consiguieran una rumorosidad parecida a la de un potente motor de gasolina y, por encima de todo, que se alejara del clásico traqueteo que caracteriza a un coche de gasóleo. Después de probarlo, le damos un notable.
Es verdad que en frío y al ralentí se puede adivinar su procedencia, pero una vez en marcha, y fundamentalmente cuando apuramos hasta la parte alta del cuentarrevoluciones, los tonos graves son agradables y nada tienen que ver con los de un diésel, aunque tampoco transmiten la rotundidad de sus hermanos de gasolina. En el modo sport los resultados logrados son aún más evidentes.
Además de la obsesión por alcanzar la melodía perfecta, Martinelli también ha buscado un rendimiento acorde con lo que uno espera de un turismo de esta marca. Así, se han extraído 275 caballos de potencia del bloque V6 de 3 litros, que está equipado con una inyección directa que trabaja a una presión de 2.000 bares y con un turbocompresor de geometría variable. Y, para que el funcionamiento sea redondo, el motor tiene mucha fuerza desde bajas revoluciones, nada menos que 600 Newton metro de par máximo, disponible a partir de las 2.000 vueltas. Con ello se consigue, por ejemplo, una respuesta rápida a la salida de las curvas.
El Ghibli Diésel acelera de 0 a 100 kilómetros por hora en 6,3 segundos, alcanza una velocidad máxima de 250 km/h y tiene un consumo medio homologado de sólo 5,9 litros por cada 100 kilómetros recorridos, lo que equivale a unas emisiones de CO2 de 158 gramos/kilómetro, una cifra que le permite mantenerse en el segundo tramo más bajo del impuesto de circulación, grabado con un 4,75%, un 10% menos que cualquiera de los demás modelos de la familia. Este motor también es el primero de Maserati en incorporar la tecnología Start-Stop. A pesar de que no se confirma oficialmente, parece lógico que el nuevo propulsor diésel sea utilizado por el Quattroporte en el futuro.
Dos V6 de gasolina
Las alternativas mecánicas en gasolina parten de un motor V6 común, que se comercializa con dos variantes de potencia: 330 y 410 caballos. Se trata de propulsores de nueva concepción y desarrollados conjuntamente con Ferrari, quien los fabrica en unas instalaciones que acaba de inaugurar en su planta de Maranello. El primero de ellos dispone de un turbo mientras que el más potente lleva dos, con un intercooler para cada uno de ellos.
La capacidad de respuesta, prestaciones y «alegría» que transmite el V6 más evolucionado nos transporta a un coche con auténtico sabor deportivo, una garra que el chasis del nuevo Maserati absorbe sin problemas. El conjunto hará las delicias de los aficionados más exigentes, que podrán disfrutar al volante de esta berlina en cualquier tipo de carretera. Las otras dos opciones mecánicas cumplen muy dignamente su papel, pero el salto respecto al propulsor de 410 caballos es grande.
Todos los motores van asociados a una caja de cambios ZF automática de ocho velocidades, que funciona con rapidez y suavidad, y que puede manejarse también de forma manual a través de dos grandes levas fijas en la columna de la dirección, una solución perfecta para tramos virados, pues siempre podremos localizarlas con facilidad, independientemente del giro del volante y la posición de las manos.
Para el Ghibli más potente, el S, existe una versión con tracción a las cuatro ruedas denominada Q4. El sistema actúa a través de un embrague húmedo multidisco controlado electrónicamente. En condiciones normales todo el par va al eje posterior y sólo cuando es necesario transfiere parte de la potencia al tren delantero, para mejorar el comportamiento en curvas o terreno deslizante.
En el bastidor y la carrocería del nuevo Maserati se utilizan distintos tipos de acero y aluminio, combinados de forma inteligente para aligerar al máximo la estructura, pero proporcionando la suficiente rigidez o flexibilidad según se requiera en cada punto concreto. El capó y las puertas son de aluminio, igual que los dobles brazos oscilantes de la suspensión delantera y cuatro de los cinco brazos que conforman la suspensión posterior independiente.
Una característica que distingue a este coche de sus competidores es el diferencial autoblocante mecánico que llevan todas las versiones, más eficaz que los electrónicos tanto en retención como en aceleración, donde mejora sustancialmente la capacidad motriz del coche. El peso del vehículo se reparte por igual entre ambos ejes.
Elegante y deportivo
El interior del Ghibli sigue teniendo grandes similitudes con el del Quattroporte, aunque aquí vemos toques más personales, acordes con el espíritu juvenil y deportivo del modelo, a pesar de que el lujo y la elegancia ocupan un plano primordial en la berlina pequeña de la casa. Materiales nobles, acabados cuidados y una oferta de personalización enorme, entre la que encontramos hasta 19 colores diferentes para el habitáculo, proporcionan una atmósfera agradable y acogedora, además de segura, pues cuenta con 7 airbags que protegen toda la zona delantera, los laterales e, incluso, las rodillas del conductor.
Donde hay una diferencia notable con su hermano mayor es en el espacio para las plazas traseras, que en uno es descomunal y en éste es simplemente bueno para que dos adultos viajen de manera cómoda. En cuanto al maletero, la profundidad es sorprendente y su cubicaje total llega a los 500 litros.
De las numerosas opciones disponibles para el nuevo vehículo destaca un equipo de sonido que hará las delicias de los melómanos. La prestigiosa marca Bowers & Wilkins convierte el interior en una espléndida sala de conciertos, con un amplificador de 1.280 wattios y 15 altavoces perfectamente distribuidos, algunos de ellos hechos con kevlar y fibra de carbono. Tres años han tardado estos especialistas de la acústica en encontrar el compromiso ideal para conseguir una pureza de sonido inigualable.
El Maserati Ghibli, un nombre que proviene de un viento del norte de África y que ya se empleó en otros modelos de finales de los 60 y principios de los 70, llegará a los concesionarios españoles a finales de julio. Sus principales competidores serán las berlinas premium europeas de tamaño similar, es decir, BMW Serie 5, Audi A6 y Mercedes Clase E, aunque por sus peculiaridades deportivas y su línea con cierto aire coupé podrá rivalizar también con los modelos de reciente creación derivados de los anteriormente citados: el BMW 6 Gran Coupé, el Audi A7 y el Mercedes CLS.
Los precios oscilarán entre los 71.430 euros del Diésel y los 97.000 del S Q4. Entre medias, el Ghibli V6 de 330 CV costará 79.220 euros y el S, la variante más potente con 410 caballos y tracción trasera, 93.600 euros.
Como indicábamos al principio, esta variedad inusual en la gama facilitará que Maserati pueda dar el salto cuantitativo que tiene programado en sus ventas, para pasar de las 6.200 unidades entregadas el pasado año a las 50.000 que quieren fabricar en 2015. Y, si nos atenemos a los pedidos que se han recibido en estos cinco primeros meses de 2013, las cosas marchan por el camino correcto, pues ha habido más de 14.000 solicitudes en firme, de las cuales casi 8.000 corresponden al Quattroporte y más de 2.000 al Ghibli, que apenas lleva unas semanas comercializándose. China está siendo el mercado con un crecimiento más espectacular, principalmente para el modelo cumbre de la gama.
Fuente:
http://www.elmundo.es/elmundomotor/2013/06/26/coches/1372233900.html