Mi relato comienza un poco parecido, aunque, diferente al fin y al cabo. Partiría desde Asturias y la distancia aumenta mucho más de lo que parece en los mapas: 1800 km nos separan del infierno verde, pero las ganas pueden con todo. Somos dos personas pero cada uno queremos rodar en nuestro coche, así que la ruta la haremos cada uno en el nuestro.
Para el primer día trazaremos 1100 km casi hasta París y así dejaremos menos para el segundo día.
No sabemos nada de nuestros compañeros catalanes hasta que aparcamos el viernes de tarde en la puerta de la casa. Se ve algo de nieve, pero nada que no nos esperásemos, nadie asomaba la cabeza por la casa y allí no había ningún coche. Al otro lado del walkie nadie respondía y estábamos a 20 km del circuito, con lo cual tiro del teléfono: Antimach me dice “circuito cerrado por nieve” y creo que no escuché nada más.
Llegamos al bar donde se encontraba el resto del grupo, presentaciones y saludos acompañados de una buena cervecita. Me dicen que mañana seguramente abrirá el circuito, está ya limpio y no hay previsión de nieve. La cena la hacemos con ilusiones de rodar al día siguiente más que anécdotas del día vivido.
Sábado: La claridad del día entra por la ventana a partir de las 6 de la mañana, atrasamos un poco el sueño y a eso de las 8 estamos todos abajo desayunando, mirando webcams y el tiempo. Pinta todo mucho mejor.
Arrancamos camino del circuito, 8 coches en caravana, cual concentración RSC armados de walkies, sin saber seguro si abriría el circuito. Al ver los primeros coches entrar nos miramos unos a otros diciendo “está abierto, está abierto”. Compramos las vueltas y nos adentramos con el desconcierto de saber cómo está la pista ¿hielo, agua, tráfico?
Había estado en Nürburgring hace 6 años, pero no había podido pisar la pista, ahora, desde dentro se ve muy ancha, estaba húmeda aunque agarraba bien y al ser temprano no había tanta gente. Los cambios de rasante, las curvas salen en la consola, pero a base de echarle horas juegas con una coca cola en la mano sin inmutarte, aquí ves que el salto que pegabas con el coche potenciado con tropecientos mil créditos, te impresiona a tan sólo 100 km/h y crees que el límite no está mucho más allá, hasta que un coche que no te da tiempo a ver se te acerca por el retrovisor botando de piano en piano como alma que lleva el diablo. Las dos manos en el volante, pero un dedo en el intermitente porque creo que lo voy a usar más que el cambio.
No cronometré el tiempo, pero por el reloj del coche, dí mi primera vuelta en unos 12 minutos y me bajé del coche con tal ilusión como si hubiese ganado las 24 horas del circuito. Me quedó claro que las siguientes vueltas no serán lo mismo, pero la tarjeta de 4 vueltas la quería gastar cuanto antes, para comprarme otra.
El ambiente del parking también se disfruta, coches entrando y saliendo, bastantes matrículas españolas con los que charlábamos según entraban a rodar y salían.
Los Porsches que había años atrás se habían cambiado por Nissan GTR, aunque algún coche llamaban más la atención como aquella Seat Inca que iba muy muy rápido o un Mercedes W124 haciendo drift en cada curva.
Nos vamos a comer temprano para poder dar alguna vuelta más de tarde que empieza con averías y algún accidente. Por la mañana, ya habíamos visto un BMW, un mini, un Astra y alguno más que te dejaban claro que las consecuencias pueden ser muy graves y de pasarlo bien a acabar en un hospital con una deuda de miles de euros y sin coche hay poco.
Comenzamos el turno de la tarde, tras haber estado en Brunchen haciendo unas fotos y algunos se quedan para inmortalizar nuestro paso por la curva. No lo sabemos, pero esta será nuestra última vuelta.
Clubman viene de copiloto y Antimach sale detrás de mí. En el km 15 nos llevamos tanto yo como él, el gran susto, no parecía haber nada pero al entrar en la curva se me empieza a ir el coche hacia a fuera. Antimach me ve y pasamos los dos el susto sin saber que ha pasado ahí. Acabamos la vuelta y el circuito se cierra por accidente de 3 coches. La ambulancia entra, no sabemos si por necesidad o prudencia, pero parece ser que el accidente es en nuestra curva, cosa que no nos extraña, algo había ahí.
Como el circuito cerrado iba para largo y se hacía tarde nos fuimos a tomar algo a un bar y pasar el resto del día, mientras en la televisión nos mostraban la webcam de la entrada del circuito. Buscamos un sitio para cenar y nos vamos a dormir que con el cambio de hora tenemos una hora menos de sueño.
Domingo: Desde mi habitación abuhardillada no veo nada por la ventana, me ducho y cuando bajo a desayunar todavía no están todos, pero parece que se ha muerto alguien, están cabizbajos y es, en ese momento, cuando veo todo nevado en la terraza. Ufffff
En ese momento decidimos hacer maletas e irnos, al final, ni visita al museo ni compras ni nada. Arrancamos todos en fila despacito mientras nevaba con destino Le Mans. Llegaríamos para las 5, pero coño, el GPS no tiene la hora cambiada, sería para las 6 más un poco de retraso entre perdernos por las carreteras y demás.
Según nos acercamos al circuito de La Sarthe, vemos más motos cada vez así que algo tiene que haber. En la puerta de entrada un cartel muy grande Campeonato de Francia de Superbikes que ya había acabado y todos se iban para casa, pero pudimos rodar al menos por la parte de carretera pública que viene a ser la recta larga y algo más. Impresiona ver una carretera de pueblo con pianos y vallas triples a los lados, redes de seguridad y neumáticos en las salidas de las curvas.
Dormimos otro día más cerca de Burdeos para tomarnos el viaje con calma, y ver algo más que autopista, pero con la lluvia poco más pudimos hacer.
Un viaje inolvidable que no sé cuándo podré repetir. Tengo una tarjeta con dos vueltas que me acaban esta temporada, pero la vida da muchas vueltas y la copa Swift tienta mucho.