Extracto de la etapa 12Pese a que la tarde-noche anterior habíamos llegado al hotel con lluvia, el día amaneció con cielo azul y temperaturas plenamente veraniegas. Nos encontrábamos en la localidad de Lech, una elegante estación de montaña de la región austriaca del Arlberg y me consta que algunos se dieron un pequeño madrugón para hacerse antes de desayunar la ruta del Flexenpass, un pequeño puerto de montaña cercano a la localidad en la que nos encontrábamos, que el día anterior habíamos pasado ya de noche y lloviendo. Como véis las etapas eran largas pero el personal amanecía fresco como las rosas y con gana de marcha rutera…
La primera foto tomada en la habitación que esta noche me había tocado compartir con Ángel, en la que vemos a éste en plena sesión de higiene bucal
Siguen un par de fotos tomadas desde el balcón de la habitación, en la primera Marian y Tony saludando desde el parking.
El hotel Haldenhof, en el que habíamos pernoctado, tenía un ambiente alpino pero con un toque selecto y elegante y unas buenas instalaciones
, que en caso de un viaje más relajado seguramente habríamos aprovechado mucho más. Las foto siguiente en un paseo por la zona de spa interior del hotel.
La apetecible piscina interior del hotel tenía un un sistema de iluminación con el que el agua cambiaba cada minuto a un color distinto del arco iris. Fijaros que en la foto anterior el agua se ve de color violeta (a la derecha de la foto), y en esta siguiente se ve de color verde.
La imagen siguiente el momento de abandonar el hotel. Recordaremos que al inicio de esta etapa nos faltaban Imaracing y Marimar dado que se habían quedado en Mittersill, a unos 200 kms. de distancia, a la espera del cambio de pastillas de freno de su Mx5. La idea era reencontrarnos por la tarde y ya seguir luego todos juntos.
He de decir que cuando llevábamos recorridos los 10 primeros kms. de la etapa tuve que dar vuelta y regresar al hotel, al darme cuenta de que me había dejado el móvil en la habitación –que cabeza la mía!
- cuando llegué ya lo tenían en la recepción y estaban intentando llamarme sin saber muy bien cómo, de modo que telefonearon al último contacto, que resultó ser la oficina en la que curro, con lo cual al rato me estaban llamando del trabajo diciendo que alguien con mi móvil les había dicho “no se que de un hotel” en alemán, que no habían podido entender nada y que estaban preocupados por si me había pasado algo… En fin, anécdota aparte, y aprovechando mi retraso por el pequeño incidente, el resto de los colegas aprovecharon para parar en un pueblo y hacer la compra de viandas para el picnic del día, de modo que cuando llegué de vuelta me recibieron con un
"Jota, ya te hemos pillado tu pan integral, tu pechuga de pavo y tu yogur" Un rato más tarde nos encontrábamos ruteando a través de los suaves, acogedores y verdes paisajes de la región del Bregenzerwald, una zona de Austria que linda con el valle del Rhin, muy cerca ya de Suiza.
Tras entrar en Suiza nos dirigimos al Cantón de Apenzell, situado al Nordeste del país, quizá el Cantón más rural de Suiza, inmaculadamente verde en la época estival.
Unas fotos tomadas en nuestro periplo atravesando esta pintoresca zona de Suiza.
El pueblo de Apenzell, capital del Cantón del mismo nombre, tiene casas muy pintorescas; valga como ejemplo este bazar y tienda de obsequios, con su fachada decorada de modo muy particular. En este establecimiento aprovechamos para comprar algunos recuerdos.
Nos dimos un paseo por el pueblo, aprovechamos para hacer nuestro picnic en una placita ajardinada cerca de la estación del tren (en este Cantón suizo la red de pequeños trenes de color rojo –el
Apenzellerbahn- constituye el medio de transporte preferido para la mayoría de los lugareños), y continuamos luego la ruta a través de la verde Suiza hasta un pueblo situado al inicio de la ruta del Klausenpass, en donde nos reencontramos con Imaracing y Marimar en un emocionante momento
(pienso que realmente todos los habíamos echado muchísimo de menos durante todo el día); imperdonablemente no tengo fotos del reencuentro.
Un rato después ruteábamos por el Klausenpass, un paso de montaña suizo muy pastoral y pintoresco del que sólo tengo una foto tomada en un punto de la carretera, cerca de lo alto del puerto, en el que se ve una potente cascada cuyas dimensiones se adivinan a tenor del tamaño de las casas que vemos emplazadas al pie de la misma.
Y es la última foto de esta etapa, porque un rato después el cielo se puso cada vez más negro, a lo lejos empezamos a ver relámpagos y rayos y el aspecto del horizonte que teníamos por delante era cada vez más temible, hasta el punto de que, a la vista del panorama, Ángel comentó por el walkie algo así como “¿¿¿oye pero es que con esa tormenta nos vamos a meter por ahí??? Pues sí
, nos metimos…..y realmente fue pasar del día a la noche en segundos, viajando en medio de un fuerte chubasco y con espectáculo eléctrico iluminando aquí y allá valles y montañas. El caso es que todavía teníamos que hacer el Sustenpass (un coloso alpino) para llegar al hotel, y vista la tormenta que atravesábamos hubo un momento en que por primera vez empecé a preocuparme -aunque no hice ningún comentario- pues no tenía muy claro en que condiciones podríamos subir el puerto. Afortunadamente al rato la lluvia prácticamente cesó, el cielo se despejó parcialmente, en incluso nos permitimos el lujo de rutear por las últimas rampas del Sustenpass descapotados, ya de noche, con la visión de montañas y glaciares iluminados por la tenue luz de la luna.
Finalmente aterrizamos sin novedad en el pequeño hotel Engstlenalp, situado en un alto valle a 1.600 mts., en donde nos estaban esperando para cenar y nos recibieron con una sonrisa; éramos los últimos y el comedor ya estaba vacío. Tras los comentarios, anécdotas y risas de rigor nos fuimos, cansados pero contentos, a los brazos de Morfeo.