He seguido con gran interés este hilo y he visto como lo que empezó como un comentario escrito bajo los efectos de un gran cabreo justificado se ha ido desmadrando. Aunque llevo poco tiempo en el foro y no conozco a nadie personalmente, siempre me ha llamado la atención por el buen ambiente de camaradería. Pienso que si esto mismo hubiera sido una conversación entre amigos abría acabado con unas risas y unas cervecitas, pero escrito en un foro da pie a malos entendidos. Me alegra ver que las aguas vuelven a su cauce.
Voy a exponer mi opinión pero sin ningún animo de polémica. Es solo mi opinión y no tiene más valor que la de cualquier otro de vosotros.
Tenemos el país que nos merecemos, con todo lo bueno, que es mucho y también con todo lo malo, que es bastante. No debemos olvidar que este país lo hacemos entre todos día a día ya sea por acción o por omisión. Para mí el gran problema es que la educación ciudadana y el respeto por lo ajeno se empezaron a perder hace tiempo cuando guiados por los políticos oportunistas de turno nos erigimos en líderes de las libertades personales, y muchos confundieron la libertad con el “todo vale” y olvidando como bien saben nuestros vecinos que la libertad tiene que ir acompañada de igualdad y fraternidad y mucho respeto al prójimo entre otras cosas.
Permitirme un ejemplo. Un día cualquiera paseando por mi ciudad, delante de mí un padre con su hijo, el niño destapa una golosina y tira el papel al suelo, yo lo llamo y le digo que 20 metros más adelante tiene una papelera que es donde debe meter el papelito, el niño, un chaval de no más de 5 años se me queda mirando con aire desafiante como queriendo decir “te vas a enterar por donde te vas a meter el papelito”, el padre se dirige hacia mi gritando que quien soy yo para decirle lo que tiene que hacer su querubín, que su niñito tira los papeles donde quiere que para eso el paga sus impuestos para que el ayuntamiento limpie las calles. Ante tal energúmeno pienso que no vale ningún argumento, tendría que ponerme a su nivel de estupidez y entonces seguro que me gana por experiencia. Me quedo mirando al niño con cierta tristeza y pienso en lo poco que le queda para convertirse en el cabron que me rallara el coche algún día.
Misma escena pero ahora el escenario es una ciudad del norte de Francia. Esta vez es mi amigo francés el que le llama la atención al niño, yo no me atrevo no vallan a tomárselo como una injerencia en la política educativa de un país amigo, reacción del niño “excuse moi Monsieur” y se acacha a recoger el papel, reacción del padre: se dirige a nosotros pidiendo disculpas y a continuación comienza una tranquila conversación con su hijo para explicarle por qué no debe tirar papeles en la calle. Un detalle, padre e hijo no eran de origen francés. Esto mismo en España supondría que la “ONG por la defensa de los niños emigrante asilvestrados” nos denunciaría por racistas.
Conclusión: cuando vuelva a encontrarme con una situación como esta, por mucho que me repatee me morderé la lengua y tratare de mirar para otro lado a sabiendas de que luego me sentiré mal por no haber hecho lo que creo que es correcto.
El domingo me voy de vacaciones a la Bretaña francesa un par de semanas, cuando vuelva vendré como todos los años con la idea de que ese modelo de convivencia también debería ser posible por estas tierras. Veremos cuanto me dura esta vez esa ilusión.
Un saludo y disfrutar las vacaciones.