El Delta es un juguete diabólico. Una tracción integral muy delicada y un turbo potente empaquetados en una carrocería de compacto de diseño ochentero de Giugiaro.
El Lancia Delta HF Integrale es un coche delicado, de eso no hay duda. Pero eso no quiere decir que falle más que una ‘escopeta de feria’. Simplemente, que hay que cuidadrlo: solo dan problemas Integrale a los que no les dedicas la atención necesaria.
Lo que más llama la atención es que el Delta nació en 1979. Salió del lápiz del centro de estilo de Giugiaro y bajo la carrocería estaba la plataforma del Fiat Ritmo. No fue hasta 1986 cuando salió el primer Lancia Delta HF Turbo 4WD. Utilizaba el mismo motor que el Delta HF Turbo, un 1.6 turbalimentado y era vitualmente idéntico al modelo de tracción delantera.
El Lancia Delta HF Integrale que todos los aficionados tenemos en la cabeza es agresivo, deportivo y muy, muy ancho, aunque cuando apareció, no lo era tanto. Corría el año 1987 (el modelo se lanzó en 1979), utilizaba la carrocería normal y el motor 1.6 turbo con 130 CV. Este coche se hizo para poder homologar un vehículo con el que competir en la era post Grupo B. La idea era buena, pero los pilotos se quejaban de que los frenos se iban enseguida y de que subviraba demasiado a pesar de llevar un Torsen en el eje trasero y un Ferguson central.
Así que llegó el primer salto en 1987. Se montó un motor de dos litros con turbo y ocho válvulas. Además, ensancharon las aletas pero no el capó, que permanecía plano: esta característica es la que ayuda a diferenciarlo de los demás. Un Delta Integrale 8v tiene 185 CV y mantiene el mismo sistema de tracción y reparto de par con un 56 por ciento al eje delantero.
En 1989 llegó una actualización a 200 CV y culata multiválvulas (Lancia Delta HF Integrale 16v 1989) y más los Delta HF Integrale Evolution (210 CV, 1991-1992) y Delta HF Integrale Evolution 2 (1992-1994). Desde que el modelo llegó a 200 CV recibió también una modificación 'interesante' al eje trasero llegaba un 53 por ciento de la potencia, además del abultamiento típico.
A la hora de conducirlo, un Lancia Delta HF Integrale es todo menos blando. Cuando el turbo se pone a soplar, empuja con una violencia casi primaria. Pero nada se desmadra, cada uno de los Nm está dirigido a impulsarlo hacia delante; el Integrale es realmente rápido en recta y sobrevuela las curvas con tal soltura que a uno le pone nervioso.
Porque no es un coche dócil: ofrece al piloto todo el margen que éste sea capaz de tener con su pericia al volante. El chasis está ajustado para ofrecer sensaciones continuas y pide guerra todo el rato, por eso hay que buscar el punto de equilibrio entre pasión y prudencia.
Además, el Lancia Delta HF Integrale frena con el mismo ímpetu con el que rueda. Es duro de suspensiones, pero no demasiado y con sus cinco puertas ofrece funcionalidad para un uso diario a quien se atreva a darle ese papel. Aunque por supuesto casi nadie usará nunca las plazas de detrás: un Integrale no es un coche pensado para llevar a los niños al cole. Más bien para el rato que queda libre antes de ir a buscarlos. Y si tienes una carretera de montaña cerca, mejor.
En los Lancia Delta HF Integrale Evo 2 la tapa del motor es roja; en los Evo 1, negro
A día de hoy, los propietarios de un Delta HF Integrale suelen ser gente entendida en coches que quieren cumplir un sueño de su juventud. Es decir, que ha dejado de ser barato y para algunos modelos especiales incluso se han llegado a pedir cifras ridículas de seis dígitos en alguna que otra subasta. Un Integrale Evo 1 puede partir de los unos 15.000 euros. Eso sí, lo más importante es encontrar uno bueno: no busques solo sellos en el libro de mantenimiento. Abre los ojos y busca posibles burbujas, restos de óxido, piezas descuadradas...
Quien a día de hoy no le haga más de 2.000 kilómetros al año a un Delta Integrale, se atenga a los intervalos de revisión y no abuse del pedal del acelerador, tiene Lancia para rato. Siempre y cuando no olvide, claro, dejar el motor encendido al ralentí un par de minutos después de cada sesión, hasta que el turbo haya recuperado la temperatura idónea. Quienes lo saben, lo hacen gustosamente. Y a día de hoy casi todos sus propietarios son de los buenos.
En cuanto a la electrónica, el Lancia Delta HF Integrale tiende a fallar por sus precarias conexiones. Pero eso es una característica de los Lancia de esa época. Y hay que decir que, inesperadamente, la corrosión no llega a ser un problema grave, aunque sí aparece en los típicos sitios: vierteaguas, pasos de rueda, juntas de la luna delantera...
Los coleccionistas sienten predilección por los Delta Evolution (1990-1992) y Delta Evolution 2 (1992-1994), que son los que están ensanchados. Quien cuide su bolsillo también encontrará diversión en los modelos anteriores de ocho válvulas, aunque sean algo menos potentes. En cualquier caso, sea cual sea el modelo, no hay que descuidar la cartera, porque no es un coche barato de mantener. Si te cebas con el acelerador, no es difícil que alcance los 20 litros a los 100 km.
En resumen, sólo los que sepan de qué va este coche serán felices con esta diva. Pero que muy felices.
Para terminar, te dejo un vídeo con el que acabarás de enamorarte del Lancia Delta HF Integrale...
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http://www.autobild.es/reportajes/lancia-delta-hf-integrale-para-apasionados-184457