A pesar de que la idea inicial era hacer una comparativa de sensaciones entre el Elise de Max, y el M de Euronymous, sólo puedo explicar la experiencia a bordo del Lotus. Me puse de acuerdo con Privateer en que yo empezaría a bordo del ELise y él lo haría en el M. Luego nos intercambiríamos los asientos de ambos monstruos. Pero el desafortunado mareo de Privateer, ya comentado, impidió que lleváramos a cabo el plan establecido. Así, fui de pasajero en el Lotus toda la conce, retransmitiendo toda circunstancia que acontecía al resto. Me empleé a fondo en transmitir la máxima información pero al parecer la calidad del sonido era muy deficiente. Afortunadamente no hubo problemas.
Os cuento pues mis sensaciones:
La primera, al verlo. Pensar que en un rato iba a estar surcando la carretera de Tossa, una vieja conocida, emocionaba, a la vez que intranquilizaba. Max, nos contó todo tipo incidencias con el "plasticoche", según sus palabras, mientras lo descapotaba. Al abrir el maletero para introducir todos los cachibaches del techo dejó al descubierto su motor central, Toyota, de 192 CV. Una cifra nada desdeñable para tan ligero vehículo.
Llegó el momento de abordarlo. Fácil maniobra sin la lona del techo pero ya ves que con ella puesta la cosa tiene que ser harto complicada. Me acomodé en mi asiento, y nunca mejor dicho. El asiento es comodísimo, a pesar de lo que por la postura pueda parecer, dado que vas pegado al suelo y con las piernas estiradas. Al menos para mis 180 cms, era perfecta. Max me dijo que en caso necesario, debería agarrarme con la mano izquierda a una hendidura que tiene la puerta para que la puedas cerrar al subir. Pensad que no tiene reposabrazos en la puerta como en la mayoría de coches. Pero no fue necesario dado que mi altura me permitía apoyar los pies en el reposapiés destinado a ello, y hacer presión hacia el asiento que te envuelve como un guante. Quizá con menos estatura no podrías sujetarte tanto.
Y qué decir del momento en que lo arrancó. Un rugido en el cogote hace que se dibuje en mi cara una sonrisa. La bestia empieza a andar. Una de las primeras cosas que noto, circulando por las calles del pueblo es que a la que Max dejaba el acelerador el coche se retenía a una velocidad inusual para mí. Le pregunté y me explicó que esa sensación es más acusada desde que cambió el volante de inercia. Seguimos sonorizando las calles de Platja d'aro y Sant Feliu y llegamos al inicio del tan esperado tramo entre S. Feliu y Tossa. Esperamos a que todos estuviéramos agrupados y empezó el rock'n'roll. Aquello aceleraba como un demonio, no puedo decir que cada acelerón me pegara al asiento dado que ya estaba incrustado desde que me senté, y la frenada, espectacular. Sin embargo, trazaba las curvas con una increíble suavidad. No importaba lo cerrada que fuera. Max hizo deslizar la zaga en algunas ocasiones, y a él mismo le emocionaba la nobleza con la que su montura se comportaba. Lo cierto es que a la tercera curva me había desaparecido cualquier sensación de intranquilidad, dada la eficacia del Lotus y por supuesto las manos de su piloto.
Fue al sentarme en el asiento del conductor, simplemente por curiosidad, cuando volví a sentir un respeto por el coche que ya me había desparecido tras las 1000 curvas que habíamos dejado atrás. Sientes que entre manos tienes una bestia parda... el rugido del motor al lado de tus oídos se encarga de recordártelo...
Otra experiencia nueva para mí, ha sido experimentar un descapotable targa. Me ha parecido mucho más confortable que un roadster en lo que a turbulencias se refiere, aunque cuando echas la vista atrás, tienes un cristal. No tienes esa profundidad visual del roadster...
Y podría extenderme más, pero ya es bastante con el tochazo que os he puesto. Ha sido una experiencia genial que voy a recordar siempre. Gracias a Max-Rockatanski por haberme brindado esta oportunidad.