Etapa 4. Dol de Bretagne - Fougéres - Vitré - Essé - Josselin - Saint Nazaire.Al día siguiente, que iba a ser nuestro último día por esta ocasión por tierras bretonas, fuimos a
Fougéres. Queríamos visitar la mayor fortaleza que hay en Europa: el
Castillo de Fougéres.
Fougéres era la más importante fortaleza en la frontera de la Marca de Bretaña, que como comentamos anteriormente, fluctuaba con los resultados de las constantes batallas medievales. Aparcamos con total facilidad al lado del castillo, y, antes de ir a verlo, tomamos un café en un café próximo, y visitamos el cercano
Jardín Público, maravilloso, y las
iglesias de St Sulpice y St Leonard, fabulosas.
Nos encontramos algún xardón en el jardín, cosa que nos hizo bastante ilusión, y nos trajo gratos recuerdos de nuestra tierrina.
Vista del castillo desde el jardín. Además, desde el jardín tenemos además unas preciosas vistas de la campiña que rodea Fougéres. Debajo, la magnífica
Iglesia de Saint Leonard.
El jardín está lleno de rincones con un especial encanto. Debajo, unas imágenes del castillo.
A la derecha podéis ver las ruinas de las dependencias señoriales del castillo y de la capilla. A la izquierda, esa construcción cilíndrica al lado de un seto es el pozo del castillo. En el centro de la imagen, al fondo, podéis apreciar la puerta interior de lo que se conoce como barbacana. La barbacana era un sistema de doble puerta, protegido, en este caso, por saeteras desde las torres, cuya función era emboscar a los asaltantes que entrasen por ahí, antes de que éstos accediesen al interior. En la imagen que sigue a estas líneas, el gran patio de armas, que cubre dos hectáreas de terreno.
La
Iglesia de St Sulpice, de estilo gótico, vista desde la Torre Surienne del castillo. Enorme, tremenda, desmesurada, bellísima. Al fondo arriba veis la de St Leonard:
En esta bonita vista podéis apreciar lo siguiente: el reducto, a la izquierda; la muralla interior que separa el reducto del patio de armas; siguiendo hacia el fondo de la imagen, y de izquierda a derecha, las siguientes torres: Torre de Guilbé, Torre de Coigny, Torre de Guémadeuc, Torre de la Haye de St Hilaire (por donde se accede al castillo), y Torre de Halley. A la derecha, las ruinas de la residencia señorial.
Las dos más "pequeñas", Torres de Plesguen y de la Trémoille, y el foso del castillo.
Una vista centrada en las torres de Guémadeuc, la Haye de St Hilaire, y de Halley.
El castillo cuenta en total con 12 torres, construidas a entre los siglos XII y XV. La primera la levantó Raúl II en el S.XII, después de que Enrique II de Inglaterra incendiara el antiguo castillo de madera. Es la que se conoce como Torre Gobelins, situada en la parte más alta del terreno. A sus pies se conservan vestigios de aquel primer castillo, circundados por lo que se conoce como "El Reducto". Al lado de esta torre, se levanta entre los S.XIII y XIV la Torre Mélusine, en honor al hada del mismo nombre. Es una torre muy especial, perfectamente cilíndrica, con una interminable escalera de caracol, y varios pisos de dependencias, incluyendo letrinas y alumbrado!
Las dos últimas torres en construirse, Surienne y Raoul, son prácticamente gemelas. Construidas en herradura, supusieron una inversión muy fuerte por parte de Francisco II para proteger Bretaña. Pero nada pudo evitar que la tremenda superioridad en número y armamento del ejército francés acabase con la resistencia de la fortaleza.
Si el paseo por el castillo es algo inolvidable, un preciso montaje audiovisual nos sirve de guía durante la visita. Un video nos introduce en la historia de la Marca de Bretaña y la importancia de Fougéres en la misma. A partir de ahí, vamos siendo guiados con un ingenioso sistema que une audiciones y una pequeña guía, desde la barbacana hasta la última de las torres de la visita, siempre siguiendo un orden cronológico en la construcción. Cada punto del itinerario tiene su pertinente explicación en formato auditivo con sólo pulsar el número que le corresponde en un dispositivo manual (qué pena no llevar unos cascos!), incluyendo videos explicativos en algunas de las torres. Además, las narraciones unen erudicción y pasión en la locución, con lo que uno se mete todavía más si cabe en la exploración del castillo.
Tuvimos la suerte de que durante casi toda nuestra visita teníamos todo el castillo para nosotros solos. Razón por la que veis alguna foto desde las torres, cosa que la guía prohíbe para no entorpecer. Contamos aquí con la comprensión del que definimos con bastante chanza como "el habitante del castillo", un curioso personaje que hace un poco de bedel-vigilante. Y digo lo de personaje no por sus pintas o maneras, sino por sus andares medievales y la reconcentración en sus gestos.
Fougéres cuenta además con una bonita parte medieval en la ciudad. De ahí, nos fuimos a
Vitré. Otro maravilloso castillo nos esperaba
A nuestra llegada, de nuevo aparcamos sin problemas al lado del castillo, y nos fuimos a comer. En concreto, en esta recoleta crêperie, la
Crêperie La Gourmandise, donde comimos maravillosamente bien, con un servicio excelente:
Después, visitamos la antigua
ciudad medieval, preciosa, pura Edad Media de nuevo en los sentidos, como nos sucediera en Dinan:
Una imagen frontal de la entrada del castillo. Imposible cogerlo entero desde 50 metros con un angular de 28 mm, de tan grande que es.
No subiré más imágenes para no sobrecargar este post
El
Castillo de Vitré comenzó a construirse en el S.XI, en el terreno que ocupaba un castillo de madera desde el S.X. En el S.XIII fue reconstruido por Andrés III, que fue el que le dio la planta triangular que sigue la roca en la que se asienta, sobre el río Vilaine. Al contrario que en el de Fougéres, los fosos del castillo de Vitré eran secos.
El castillo fue entregado sin combatir muy poco antes de que cayese en valerosa lucha el de Fougéres. Durante los dos siglos posteriores se le dotó de elementos clarísimamente renacentistas, y pasó a ser un bastión protestante (en concreto, hugonote). Abandonado en el S.XVII, inició una rápida decadencia, hasta que a finales del S.XIX fue declarado Monumento Histórico. En la actualidad, alberga el Ayuntamiento de Vitré.
Se trata de un castillo bellísimo, con un gran patio de armas, pero, de alguna manera, no sentimos la tensión bélica que respira el de Fougéres. En éste, cada piedra y cada rincón exudan sangre, sudor y lágrimas, parafraseando a Churchill. Suda guerra. Vitré, pese a su amplio historial militar, parece un castillo más lúdico, seguramente vestigio de su etapa renacentista.
Para terminar, aparte del Castillo y de la zona medieval, son dignos de ver el
Castillo María, la
Capilla de Saint Nicolas, la
Iglesia de Notre-Dame (de estilo flamígero, fantástica), y el
Castillo des Rochers-Sévigné, a unos 7 km. Además, es posible ver en los alrededores monumentos megalíticos.
De hecho, nuestra siguiente parada en esta etapa sería para ver uno de ellos, situado un poco más allá de esos alrededores...