Os voy a contar cuando pasé en avión a través de una tormenta eléctrica.
Era un vuelo Roma - Tel Aviv. El avión hacía poco que había despegado, todavía estaba ganando altura.
Estaba el cielo cubierto de nubes negras, y eran ya las 20:00, aunque era verano, con esas nubes parecía de noche.
La cosa es que empezaron a caer rayos. Primero lejos. Luego cada vez más cerca. Empecé a contar rayos...1... 2....3... dejé de contar, por aburrimiento, cuando llegué a 14. (el aburrimiento era de contar, no de ver los rayos
) Había rayos a ambos lados del avión. Por alguna razón que desconozco, se apagaron todas las luces del interior del avión, dejándonos a oscuras. Era realmente impresionante ver cómo se iluminaba el interior del avión con el súbito resplandor de los rayos. Todo negro, y de pronto, todas las ventanillas desprendían una luz intensa por un breve momento... las ves así, una larga fila de fuentes de luz de forma ovalada.
Hubo un rayo, cuya luz entró a la vez por ambos lados del avión, no sé si era un rayo muy cercano, o que pasaron dos a la vez, uno por cada lado.
En fin, si alguna vez os habéis preguntado si un avión atrae a los rayos, como pasa en las pelis a veces, pues parece ser que no.
El avión siguió subiendo hasta atravesar las nubes (con unas turbulencias impresionantes), y después se mantuvo por encima de la capa de nubes, ocasionalmente iluminada por una luz difuminada de los rayos que estaban cayendo abajo.
No sentí miedo ni nada, de hecho lo vi todo quedándome fascinado. Me encanta ver rayos, y casi nunca tengo oportunidad de verlos, y mucho menos tan de cerca.
No es que vaya de chulo ni nada, es que me dan miedo otras cosas, a veces cosas tontas, la verdad.