Extracto de la etapa 8Habíamos hecho noche en Gluringen, un pequeño pueblo situado en la parte alta del valle del Ródano, muy cerca ya del nacimiento del río y de algunos de los grandes puertos de la parte central de Suiza.
Aquella noche los tres “solteros” habíamos dormido en habitaciones individuales, con lo cual ni pude por la noche mantener la habitual charla con Tony o con Ángel -según me tocase uno u otro de compañero de habitación- que habitualmente me llevaba a los brazos de Morfeo, ni tampoco pude al levantarme realizar el comentario de turno acerca de la pinta que la meteo tenía. Y la verdad es que el comentario habría sido un booooffffffff . Cuando desperté no había amanecido, o si lo había hecho el día estaba tan oscuro que parecía de noche; estaba lloviznando y en la carretera que se veía a lo lejos pasaba de vez en cuando algún coche en medio de la neblina…..Ambiente bastante deprimente sobre todo pensando que la etapa 8 era, de entrada, una de las favoritas.
Aquel día habíamos convenido en salir de ruta a las 8:30 h; prácticamente una hora antes de la hora de salida fijada para el resto de las etapas.
Digamos que hubo suerte, porque algo después, cuando bajé a limpiar un poco el coche, el tiempo había mejorado mucho y algún rayo de sol ya se colaba de vez en cuando entre la nubosidad, ya en ese momento mucho más ligera.
Estábamos en el
Walliser Sonne -sol del valle-; un hotel sencillo y sin lujos pero agradable y con típica arquitectura de montaña, que curiosamente estaba regentado por un holandés que hace años decidió irse a vivir a Suiza cambiando las llanuras por las montañas y los tulipanes por los edelweiss.
Tras un buen desayuno (me encanta la variedad de panes de centeno y de cereales que ponen por estos lares, que encuentro mil veces mejores que los de harinas refinadas y llenas de aditivos blanqueantes al uso habitual), vino como de costumbre una visita rápida al rutómetro y venga! a la ruta que se hace tarde!
Y la primera foto justo en el momento de salir del hotel. Gabi en primer plano charlando con su hermano.
La foto tomada en los cinco primeros minutos de la etapa, atravesando uno de los pueblos que están en la zona alta del valle del Ródano.
No pasaron más de 20 minutos cuando estábamos subiendo el Grimselpass. Lo he subido y bajado ya unas cuantas veces en mi vida, y para mi era el reencuentro con un viejo conocido, pero el placer que te proporciona rutear por aquí se repite en toda su esencia cada vez que lo haces.
Tony encarando una de las muchas paellas del puerto.
Mave y Oshi
Imaracing y Marimar
Ángel
Y todo el mundo ya aparcado para hacer un paseíto y disfrutar de las vistas del nacimiento del Ródano y de la carretera del Furkapass que desde allí se divisa al otro lado del valle.
Con la foto siguiente me voy a permitir hacer aquí la mezcla de un Tour con otro….y es que da la casualidad de que en el año 2009 hicimos una parada exactamente en este mismo sitio tres años atrás. Si JuanjoRoquetas y Redimoni, habituales en este foro ven la foto seguramente les traerá buenos recuerdos…. aquella vez eran más o menos las dos de la tarde, habíamos hecho el picnic justamente en esa curva….y la variedad de deportivos, de roadsters y de motos que vimos bajar y subir por allí durante aquel rato fue considerable! Contrariamente a aquella ocasión, esta vez, seguramente debido a la combinación de tiempo mediocre y de hora muy temprana, la carretera estaba casi vacía.
Pero volvemos al Tour del 2012 con esta foto de nuestras 4 guapísimas acompañantes. Al fondo la cascada del nacimiento del Ródano y en pequeñito –casi no se aprecia- el edificio del hotel Belvedère situado a mitad de la subida del Furkapass.
Miguel disfrutando como un enano….
”impresionante…hay que estar aquí para verlo, con palabras no se puede explicar”Parada en la ruta del Grimselpass justo donde está el viejo hospicio del Grimsel, hoy convertido en hotel.
Y allí nos encontramos esta belleza, de alguien que estaba seguramente alojado en el hotel.
¿Qué nos están señalando Ana y Marimar?. Respuesta fácil….estaban encantadas con las marmotas!
Tras la bonita ruta del Grimsel vino la siempre espectacular ruta del Furka……Les cedo a los demás colegas la tarea de colgar algunas fotos tomadas en tramos de ambos puertos, que a buen seguro las tendrán.
Llegamos al punto panorámico del Furkapass en donde se sitúa el nacimiento del Ródano, que surge directamente de un glaciar de ocho kilómetros de longitud y varios cientos de metros de profundidad de hielo. Allí, dentro del glaciar, han hecho una gruta de hielo que se puede visitar. La verdad es que como ya habíamos estado allí dentro en Tours anteriores y la etapa era larga, no tenía intención ni previsión de que fuésemos a visitar la gruta, pero claro….una vez allí……era imperdonable privar de la visita a los colegas que no habían venido nunca. De modo que allá nos fuimos. Tras un paseo de 15 minutos por un sendero entre rocas llegamos al glaciar…nos metimos dentro y ahí estamos en las fotos… puedo decir que estábamos a 0ºC, es decir, ni frío ni calor, vamos….
Marimar e Imanol
Mary y Mave
Gabi y Ana
Tony tratando de asegurar que las paredes de la gruta no se vengan abajo...
Marian y Miguel: la permanente sonrisa.
La siguiente foto tomada justo al salir de la gruta de hielo, que por cierto es bastante grande y se da uno un buen paseo por el interior de la misma. Obsérvese como Ángel sostiene firmemente el mástil de la bandera suiza.
Con un grupo tan estupendo como éste me voy al fin del mundo!
Ruteando por el Furkapass. Una preciosa carretera de alta montaña de las que no se olvidan.
Tras el Furka hicimos una breve visita al desfiladero de Schöllenen, que hoy se recorre con facilidad entre túneles y galerías, pero que por cientos de años fue uno de los tramos más peligrosos y temibles del itinerario del Gottardo, una de las principales rutas de comunicación entre Italia y Centroeuropa atravesando los Alpes. La foto siguiente en lo alto del puerto del Gottardo donde había realmente mucha animación, para mí demasiada. Prefiero los sitios más tranquilos y solitarios.
A partir de aquí nos hicimos la bajada del Gottardo hacia el sur por la vieja carretera adoquinada (el itinerario clásico de principios del siglo pasado por que subían los carros tirados a caballos) hacia el Val Trémola. Lástima porque nada más empezar a bajar nos metimos en una niebla bastante densa que impedía casi por completo la visibilidad.
Seguimos luego la ruta en dirección a Bellinzona atravesando el Cantón del Ticino, de habla italiana; empezó a ponerse cada vez más y más oscuro y de repente empezó a llover cada vez con más fuerza. Yo llevaba en ese momento el coche de Mave y él y Oshi llevaban el mío. En ese tramo íbamos viajando por una autovía y los que iban por detrás pararon a capotar mientras que los que íbamos por delante continuamos descapotados; al fin y al cabo una pequeña ducha de verano no sentaba tan mal…la realidad es que casi no me mojé, pero con las paradas el grupo se separó por un buen rato y es que en la autovía no se podía parar en el arcén; los dos subgrupos perdimos el contacto por el walkie durante unos cuantos kilómetros, aunque nos reunimos más tarde llegando ya a la localidad de Bellinzona.
Algo después nos tocaba subir el paso de San Bernardino y ahí volvió a caer un chubasco. El día no estaba para pic-nics, por lo que sobre la marcha decidimos quedar a comer en el refugio que hay en lo alto del paso de San Bernardino y la verdad es que cuando llegamos allí llovía con bastante fuerza. Las dos fotos siguientes están tomadas en nuestra comida de mediodía en el refugio del San Bernardino:
Obsérvese en la foto que estando, como estábamos, en el refugio del San Bernardino, el agua mineral no es de una marca cualquiera...
Como me había ocurrido en otras etapas, a media tarde me olvidé de la cámara y no hice más fotos. En realidad aún quedaba mucha etapa. Nos hicimos la espectacular ruta del Splugenpass con sus galerías y rampas que salvan una pared prácticamente vertical; más adelante afrontamos el Malojapass, los lagos de la Alta Engadina, y el Berninapass. Lástima de que el mal tiempo en esta tarde, cubierto y con lluvia casi contínua, nos impidiera apreciar la belleza de unos tramos de ruta en los que se atraviesan zonas con imágenes de auténtica postal.
Eran las 20:50 horas -ya en el límite absoluto del horario para cenar- cuando llegamos al Hotel Bucaneve en Livigno.
La etapa había sido realmente larga –unos 350 kms- atravesado además unos cuantos colosos de los alpes suizos. Pero no se si es que ya estábamos en plena forma rutera y habituados a etapas tan densas porque la verdad es que yo no noté ningún cansancio al llegar al hotel. Es más, tras la cena, servida por camareras con trajes regionales que merecieron algún "piropo" por parte de Ángel, me fui al garaje del hotel a limpiar el coche y allí me encontré a Tony. Ambos nos pusimos a la faena aprovechando que había una mangera; fue la única vez en todo el Tour que lavé el coche con agua, los quick details hicieron el resto.
Tras mantener una animada conversación con Tony en el garaje, nos fuimos a dormir ya cerca de la medianoche.
Y hasta aquí mi versión de la octava, otra vez rácana en el número de fotos. La culpa la tuvieron estos acompañantes tan majos que me tenían realmente muy entretenido durante todo el día.